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miércoles, 30 de marzo de 2011

MENNO WIGMAN




LIMPIACRISTALES CONTEMPLA CUADROS

Coches, risas, ruidos: en la planta siete
todo se amortigua. Sólo oigo mi esponja

y el chirriar congestionado del acero
del que cuelgo. A veces me habla alguna nube

o le adivino el pensamiento a una gaviota.
La gente: trajinando, blanca, muda, tras el cristal.

En la octava planta, arte. Esa chica, esa sonrisa,
¿quién la habrá espiado así para que ahora

me mire, inmune a los cumplidos, a la cara?
¿Y cuándo intentará el gavilán fugarse de su marco?

Estoy colgado aquí cual cuadro congelado
al que no hace nadie ningún caso; friego y me afano

y despejo las vistas – y pinto añadiendo mes a mes
más nubes genuinas.

¿Lo veis? Lame ya la luz del sol mi marco.


                       ***


CUERPO, MI CUERPO

Cuerpo, mi cuerpo, ¿cuántas manos
de cuántos extraños vinieron a ti? Alguna vez

la muerte fue una mano húmeda de peluquero.
Luego vino el frío helado de un estetoscopio.

Más tarde te quebraste en una silla de dentista
o te acarició la cabeza un profesor ladino.

Y después los metros con su agitación de carne,
huestes marginales rozándote como peces

en tiendas, ascensores, callejones y vagones,
cuerpo, mi cuerpo, recuerda aquel aroma

de primeras pensiones y sábanas enamoradas,
la primavera que nació en nosotros. Porque tenemos

miedo. Y el miedo dura a veces lo que un cuerpo.
Al cabo me habrán metido allí y me peinarán el pelo.



 (La pena de las copisterías. Antología personal), Editorial Prometheus, 2009



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