Las crónicas nos hablan de aquella brava rusa, casi niña, que murió combatiendo al invasor. Por la mañana el sol la descubría bajo la nieve, fresca: grandes ojos azules y, desnuda, toda su gracia intacta; los brazos muy abiertos, como para el amor. Las tropas se paraban a admirar esa forma esculpida por la mano brillante del invierno. Más de uno, aquella misma noche, montaría a una puta pensando en la muchacha. No muy lejos, entre gritos de júbilo, los niños se arrojaban valle abajo, a lomos de soldados congelados, jugando a los trineos.
Miguel Ángel Velasco. El Último Jueves 15 años Poesía on the road (Calima ediciones, 2011)
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