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jueves, 25 de agosto de 2011
MAX FERNÁNDEZ - PEQUEÑAS VERDADES DEL NIÑO MANDRÁGORA
En los bares
hablando del pasado
jóvenes rosas y naranjos.
Y en el cenicero una aceituna.
Todo ya es hueso.
***
Como si alguien quisiera concederme alas,
la nieve cubre mi espalda.
***
Vuelvo a casa,
vuelvo a casa y me ducho:
me limpio de pájaros muertos.
***
Admiro la evidencia:
Crecen los geranios
y el lenguaje no importa.
***
Padre
injerto de naranjo
¿sigues temiendo a la muerte?
***
Y encuentro
uno de tus cabellos
en mi bolsillo,
es el signo
del silencio de las garzas
y la cuenta atrás.
Y sí,
lo dejo caer
como la lluvia
que esculpe
ahora en ti
un nuevo rostro.
***
Hablan otra vez
las piedras
del más viejo
de mis enemigos,
ese hombre negro
y húmedo
que camina encorvado
por el borde derecho
de la carretera,
ese hombre
que va escondiendo
mis días
debajo de vosotras.
***
Siendo niño
durante los días de verano
era capaz de escuchar
el azul.
Sonaba a zambullirse
en el agua,
sonaba a ojos de cloro
y a mi abuela vigilando.
Recuerdo su tacto de toalla
estoy seguro de que ella
también
lo escuchaba.
Ahora ella es el azul
más intenso y alto,
pero tengo frío.
¿Será por este nuevo cuerpo
sordo que ahora tengo?
Goteo
lentamente,
me seca la noche
y escribo para volver a
escuchar.
PEQUEÑAS VERDADES DEL NIÑO MANDRÁGORA. MAX FERNÁNDEZ RIERA
Agente Noviembre A.C.
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