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jueves, 16 de febrero de 2012
SEAMUS HEANEY
Mas pese a su frondoso
y dócil dialecto
aquí de plano las plantas
no han llegado a algún acuerdo.
La cola de caballo tampoco,
ni la retama o la aulaga.
Ha de tener que ver
con el viento.
*
Y no es que el viento en sí
logre descansar en paz.
También disiente,
le da la cara
al viento,
o le da la espalda.
*
"¿Me ves? –dice.
El viento
me ha ilustrado
en los estilos del mundo.
Lo inestimable es bueno.
¡Permiso otorgado!
Adelante, pues, ciudadano
del viento.
Ahora déjate llevar."
*
Es menos jactancioso
el helecho.
Se cierra y se enrosca
sobre sus secretos:
Guardados quedan
a flor de tierra.
*
Y a decir verdad,
también hay sol.
No hay en el mundo
sol como éste.
Por lo cual las plantas,
incluso el helecho,
a veces dan
su brazo a torcer.
*
Sobre el asfalto soleado
y el recuerdo de la carroza
a paso lento por senderos
de hierba cubiertos,
los muertos se lanzan
al futuro.
*
Nunca más, en días por venir,
la fruta sabría
tanto a tierra.
Había pizarra
en las zarzamoras,
una savia apizarrada.
*
Teníamos enemigos,
aunque nunca supimos por qué.
Entre ellos,
las ortigas,
cosas malignas:
fingían estar dormidas.
*
Entonces, ¿qué era mejor
que aplastar una hoja o una hierba
entre las palmas de las manos,
y luego ondearla poco a poco,
a gusto ante boca y nariz
y su olor inhalar?
*
Entre el brezo y la caléndula,
entre el musgo y el botón de oro,
entre el diente de león y la aulaga,
entre el nomeolvides y la madreselva,
como entre el azul pálido y la nube,
entre el pajar y el techo de tejas
se dio mi existencia. Estuve ahí,
Yo en el lugar y el lugar en mí.
*
¿Dónde volver a encontrar
ese mundo en otra parte, más allá
de los mapas y los atlas,
donde todo se entreteje
en y a partir de sí mismo,
Un nido de hierbas trenzadas?
De Herbolario
Seamus Heaney.
Traducción de Pura López Colomé
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