...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

jueves, 13 de enero de 2011

ROMÁN PIÑA - EL VELLOCINO DE VELASCO





EL VELLOCINO DE VELASCO


Hola Manolo, vengo del tanatorio.
Poca gente. Ningún político.
Su ex, con un niño de unos 3 años.
No la he reconocido.
15 años me velaban su escandalosa belleza.
Isabel Escudero leyó varios poemas junto al ataúd abierto.
Yo llegué tarde. Solo para ver llorar a la madre,
sentarme ante el féretro cinco minutos
y luego bajar al horno
Estaba muy guapo Velasco.
Me dicen que en Valencia le harán un homenaje.
"Últimamente estaba con la cara punzante, escamada,
se le han quitado las máscaras del terror" (Escudero)
Su amigo Quique ha dicho que no estaba tan deprimido,
algo triste solo.
Me he acordado todo el tiempo de tu poema "crematorio".
"Adiós amor, adiós amor" (su madre, Consuelo,
acariciando la madera de la caja
camino de la puerta del horno)
Antes le dijo un funcionario: "mire, el crucifijo lo quitamos,
el ataúd se quema como el papel, no queda nada,
pero le ponemos encima esta ficha incombustible 
con este número, 341. Y aquí tiene otra ficha
para usted. Mañana cuando venga 
a recoger las cenizas, nos entrega la ficha 
y nosotros le daremos la urna. Pero no nos diga
vengo a recoger al 341, no, usted
nos diga que viene a buscar
a Miguel Ángel  Velasco, usted llámelo
pro su nombre a su hijo"
El poeta tenía un grueso abrigo de piel
forrado de lana, tan largo y pesado
que parecía abarcar al mundo entero,
un manto protector
que era prolongación de sus cabellos.
La ficha roja 341 iguala las cenizas
a un abrigo que se deja en consigna
en la recepción de un museo o un hotel.
La ficha la inventaron para convencernos
de que ésas son nuestras cenizas,
de que que ningún alma se pierde
en el anonimato de las llamas.
La madre que recoge en su regazo 
al niño recién alumbrado, y lo reconoce suyo,
quiere saber que es suyo también y no de otra
el resto que esa urna le reserva.
Pero yo sé el secreto de Consuelo.
Ella tiene la verdadera lana, las raíces
de ese manto divino y blondo
que iluminó los campos azuzado por  los vientos.
Ella tiene el tesoro, las guedejas y el alma
recogidas despacio, año tras año,
como algodón con manos dolorosas,
y lo acerca al oído, y lo huele y lo airea
y lo abraza cada noche en su lecho.

El vellocino de Velasco. Poema escrito a partir de un mail que el autor le envió al poeta Manuel Vilas la noche de la incineración de Miguel Ángel Velasco.
Publicado en la revista literaria La bolsa de pipas nº 80

2 comentarios:

  1. qué hermosa forma de arrullar a alguien camino de la eternidad. También tuve una sensación similar en el slam el otro día, cuando Rigo leyó ese poema, tan mágico, de Velasco, sobre las coles. Abrazo,
    nic

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  2. Volvía de enterrar a mi tío cuando recogí el sobre del buzón. Leía a Román Piña con los ojos borrosos y haciéndome diminuta en el sofá. Creo que el dolor sólo se disuelve en el tiempo pero lloré como una niña. Desde que me enteré de su muerte, todo lo que leo habla de duelos y hospitales.No sé si será coincidencia o que todas las letras se me han vestido de luto.

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