...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

domingo, 29 de abril de 2018

PAUL ITFISH - DINOSAURIOS


DINOSAURIOS

Baste decir
no son conscientes
van despacio
ralentizando su tiempo
como náufragos
que racionan su comida.


Baste decir
viven apoltronados
satisfechos
del brillo de sus objetos.

Baste decir
cuando escriben usan pluma estilográfica.

Baste decir plaza fija.

Baste decir
su Ilustrísima:
el tiempo fluye como el agua por las alcantarillas,
pero usted nada
en un mar de mármol.

No son malos
están ciegos
dan palos
a la justicia.

Baste decir
ven la vida como un concurso de méritos.
El hábito no hace al monje, dicen
para despues lucir togas
juzgar desde sus salitas
comer frugales delicias
libar néctar y ambrosías traídas a domicilio
por ciclistas.

Baste decir
no cocinan
no limpian
no tienen ropa tendida
nadie viola a sus hijas.

Baste decir
dinosaurios
en un mundo de mamíferas.
No reconocen al lobo
creen en la piel del cordero.

Baste decir
se respira un meteorito.

Paul Itfish
Pablo Cortina
Fotografía de: Diablo

miércoles, 25 de abril de 2018

SHARON OLDS - MIRÁNDOLOS MIENTRAS DUERMEN



MIRÁNDOLOS MIENTRAS DUERMEN

Cuando llego a casa tarde y es de noche y entro a besar a los niños
veo a mi hija con el brazo doblado alrededor de la cabeza,
su cara sumergida en lo inconsciente;
tan centrada por completo en su yo oscuro,
la boca que resopla con ligereza como alguien saciado
pero con una mueca leve de no haber tenido suficiente,
los ojos tan cerrados que uno pensaría que han girado sobre
el iris para mirar la parte posterior de la cabeza,
el globo ocular desnudo y marmóreo bajo el
párpado anhelante grueso y satisfecho,
descansa sobre la espalda en posición cerrada y de abandono
y el hijo en su habitación, oh, el hijo, está de lado en la cama,
una rodilla arriba como si estuviera escalando
peldaños escarpados en la noche,
y bajo el temblor fino de los párpados
sabes que sus ojos están abiertos de par en par,
mirando y vidriosos, con su azul
codicioso y cristalino en toda esta oscuridad, y 
la boca está abierta, respira con dificultad por la subida
y jadea, la frente está arrugada
y pálida, los dedos largos encogidos,
la mano abierta, y en el centro de cada mano
la palma seca y sucia del niño
en calma, como si fuera una galleta. Lo miro en su
búsqueda, los músculos finos de sus brazos
apasionados y tensos, la miro a ella
con su rostro como el rostro de una serpiente que se hubiera
                                                                   tragado un ciervo,
contenta, contenta, y sé que si la despierto
sonreirá y volverá el rostro hacia mí
medio dormida y abrirá los ojos y
sé que si lo despierto a él
se sacudirá rápidamente y dirá No y se incorporará
y mirará a su alrededor en una inconsciencia
azulada, oh Señor, cómo
conozco a estos dos. Cuando el amor viene a mí y me pregunta
¿Qué sabes? Respondo Esta niña, este niño.

Sharón Olds

La célula de oro
Bartley Editores
Traducción de Óscar Curieses

sábado, 21 de abril de 2018

NATAN ZACH - UN PEQUEÑO ERROR EN LA MÁQUINA



UN PEQUEÑO ERROR EN LA MÁQUINA

Cuando vinieron, los nazis fueron muy amables.
El padre era un conocido, al menos para ellos.
La madre, una italiana, no era ningún problema.
Pidieron unos datos, nada más, la rutina.
Entraron en casa y ni osaron sentarse.
Pero esa misma noche, es increíble, llamó un amigo policía.
Dijo que había que irse y, si era posible, en menos de una hora,
porque el veredicto ya había sido anunciado–
Por el dinero, como siempre. Los judíos tuvieron
siempre dinero, y Judas Iscariotes nunca faltaron, ni 
siquiera entre los judíos. Así pasó una hora
y pasaron dos horas, dos horas muy difíciles
para un hombre al que le resultaba difícil decidir.
Pero con la primera luz de la mañana
cogió a su hijo y su mujer diciendo
palabras tranquilizadoras, como: es sólo temporal
un pequeño error en la máquina. Ya veréis, antes de fin de año
estaremos de vuelta. Dijo una vez y otra
y a la tercera se puso a llorar: no puede ser,
no puede ser que esto me pase a mí...

*****

EN CONTRA DE LA SEPARACIÓN

Mi sastre está en contra de la separación.
Por eso, dice, no se va; no quiere separarse 
de su única hija. Está definitivamente
en contra de la separación.

Una vez se separó de su esposa
y nunca más la vio (Auschwitz). Se separó
de sus tres hermanas y tampoco jamás 
volvió a verlas (Buchenwald). Una vez
se separó de su madre (su padre 
murió de viejo). Ahora
está en contra de la separación.

En Berlín él era
el mejor amigo de mi padre.
Pasaron buenos tiempos en aquel Berlín. Ese tiempo
pasó. Ahora nunca se irá. Ahora, está
definitivamente (mi padre
murió entre tanto),
en contra de la separación.

*****

Natan Zach
Continente perdido
Traducción de Jenaro Talens
Visor de Poesía

sábado, 14 de abril de 2018

CHARLES SIMIC - PÍCNIC NOCTURNO



Con el corazón a la carrera

Ríndete al momento
ahora que has encontrado refugio
en el repentino chaparrón
bajo estos pequeños árboles de sombra.

Escucha los fuertes pinchazos
como si una costurera soñadora y despistada
estuviera cosiendo juntos
el tiempo y la eternidad para ti.

En la acuosa luz verde esmeralda
del final de la tarde,
las hojas, también, encuentran difícil
no estremecerse un poco
mientras escuchan la lluvia.

*****

Perro encadenado

Así es como va a ser,
una tarde gris con olor a nieve.
Dando vueltas al roble
¿cuánto crees que vas a tardar
en quedarte enredado?
Tu mala suerte fue ser cariñoso
con gente que quiere a su nuevo sofá
más que a ti.

Fred, pobre chucho, la noche
llega. Los niños que jugaban 
al otro lado de la calle tuvieron frío
y volvieron a casa. Mira el humo
salir de las chimeneas
al cielo nublado, mientras puedas.
Pronto, ahí sentado, nadie podrá verte.
Tendrás que ladrar
aunque no haya luna. Ladrar y gruñir
para no sentirte solo.

*****

Charles Simic
Pícnic nocturno
Valparaiso Ediciones

jueves, 5 de abril de 2018

ALEJANDRO CÉSPEDES - ELEGÍA


II

Las lagrimas que viertes en la almohada
y que habrán de secar sin dejar huella
no son sino afluentes del pequeño
caudal con el que baja ya tu vida.
No has crecido y qué pronto desembocas.
Ni tiempo tus recuerdos han tenido
de ir rodando y haciéndose guijarros.
Te vas con tu memoria inestrenada
y has llenado el embalse de la mía.

III

La vida se está yendo
de ti como un silbido.
Vacía tus pulmones. Cuando expires
aire sólo será lo que tú fuiste.
¿Quién lo respirará, dónde ese aliento?

XI

Se encarama la luz,
por fin, sobre la fiebre de tu boca,
después de traspasar tan larga noche.

¡Qué avalancha de muerte traen tus venas
y qué frágil velero te transporta!
Tienes los labios ácidos,
agrietados,
cansados de remar contra el insomnio
que rompe como espuma en la mañana.
Están  varados, tiemblan
en los escollos que ya enseña el día.

Rezuma por tu cuerpo la humedad de la vida.
Se evapora y te deja
sólo espuma salada
como sucio rocío 
que marchita las células.
Sé que te estás muriendo entre mis sábanas.
Que me estás agarrando
y encerrando en la jaula del recuerdo.
Pero acudo al reclamo
aunque no haya horizonte en lo que ofreces.

Sé que ho hay horizonte
más allá de las bocas que ahora unimos,
pero intenta dormirte mientras besas,
                                                          sueñas,
                                                                terminas.

XIII

Por fin, no estás.
Abandonaste el campo de batalla.
No tenía tu cuerpo
trincheras que entregar a su enemigo.
Ni un milímetro más
podía retirarse en ti la vida.
Rendido
en una tierra de nadie,
en un hospital de nadie,
te has llevado contigo a tus verdugos.
Ya con el alma líquida, 
en la fosa común de la memoria
                                          yaces.

XVIII

Aunque he soltado el hilo de todas tus cometas
para ver cómo el viento las alzaba
y luego, a la deriva, se perdían,
han quedado varadas en el cosmos
y ocupan el lugar de las estrellas.

Así pueblan mis noches.
Se asoman luminosas por sus grietas,
guillotinan las sombras como un rayo de peces
y sus colas ondean y emborrachan la vista.

Cada noche se muestran, sonríen, se numeran,
emiten sus aullidos disfrazadas 
de ese lobo sin fe que es la memoria.
Y yo rumio sus ecos,
son como el chicle insípido
que de niño pegaba en el pupitre
para irlo masticando un día tras otro.

Me siguen como un perro abandonado 
al que un mal día, caritativamente, ofrecí pan.


XXX

A cada paso crece
el paisaje que forma mi pasado.
Una  vasta planicie
se extiende desde el bosque de la infancia.
Se ha cubierto de verde
el desierto de los últimos años.

Hay tardes en que un grillo
saliendo de una cueva muy distante
hace que se detenga
el ritmo de mis pasos.
Miro hacia atrás y veo
los prados que he pisado.
Y sé que estás ahí,
en algún sitio,
                         y cantas.

*****

Alejandro Céspedes
Las palomas mensajeras sólo saben volver
IX Premio de Poesía Hiperión