...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

lunes, 30 de diciembre de 2013

ESTEFANÍA GONZÁLEZ - HIERBA DE NOCHE




La luna me derribó en el camino.
Me derribó una y otra vez en silencio.

La luna me derribó a manotazos
cuando tú no mirabas.

Las campanillas, luminosas, susurraban
desde un arbusto cercano.

La luna me derribó tres veces
y tres veces me levanté sin llorar
y no me viste.


                        *****


Se convierte la jarra en agua. Permito
que se derrame en la mesa, incapaz
de interferir, y gimo cada vez más alto
temiendo que me oigan los de fuera.
Me he convencido de que soy un chorro.
Me he convencido de que soy un perro
y la voluntad
una nube que pasa por mi ojo.


                        *****


El perro se acerca aunque parece que caminara hacia atrás
Se arrima, mueve la cabeza como si negara.
Olfatea. Te olfatea.
Arrima el lomo.
El perro no quiere hablar porque cualquier palabra es
humillante, pero no puede huir.
Ni aunque levantes la mano de repente huirá, sino que
temblará como un andamio de cuerda.
Porque así es el perro.
Tú espera.
Verás cómo vuelve.


                         *****


Una vez fui al psicólogo.
Le dije que me hipnotizara para dejar de fumar
y él saco un libro y siguió instrucciones.
Entonces le dije que, ya puestos, si no subía mucho el precio
me hiciera dejar de beber
y estuve a punto de pedirle que me hiciera feliz,
pero me dio vergüenza.
Era bastante barato.
Creo que yo era su primera paciente.
Me pidió que imaginara que era una niña y que estaba en un desván
aunque quizá puse eso de mi cosecha.
En seguida empecé a llorar.
Él estaba tan sorprendido.
No sabía que lloro con facilidad.
A lo mejor decidió dedicarse a la hipnosis.
De todos modos no volví.
Pagué y seguí fumando y bebiendo
y perdí la confianza en la psicología.

                        *****

Estefanía González.
Hierba de noche.
Ediciones CGP (Centro de gravitación poética)

sábado, 28 de diciembre de 2013

ANA PÉREZ CAÑAMARES - LAS SUMAS Y LOS RESTOS. III




Despierta cada día con orgullo
por haberte traído hasta aquí.
Pero para viajar más allá del espejo
arrepiéntete. Arrepiéntete.

Antes de salir al mundo, levanta
un memorial a los ahogados.
Sus cuerpos son los escalones
que te llevan hasta la calle.

             *****

Ramas como brazos
brazos como ramas
que podé para continuar
ligera mi camino

están aquí, me rodean, se apilan
dudo si hacer un fuego
para calentarme
si pasar por alto su carcoma
o rogar que me perdonen 
mi cruel sentido de lo practico.

¿Las tallaré y las llamaré hijas?
¿Serán vigas, techo
cercado, silla, tótem?

Cuando sepa darles
la dignidad de un uso
dejaré de ver formas humanas
en sus sombras.

           *****

Cuando el sol ya sólo se adivina
en su reflejo sobre los pájaros
que vuelan fuera de tu alcance

es la hora de cerrar los oídos
a los gritos que te apremian
y escuchar los ecos que vienen
de lejos para susurrarte:

defiende tus alas.


Ana Pérez Cañamares
Las sumas y los restos
Devenir


jueves, 26 de diciembre de 2013

NACHO OTERO - PERDIDOS EN LA BATALLA

EL ALMA DE LA FIESTA

Alguien me dijo un día: "tu epitafio
perfecto sería éste:
         Nunca llegó el primero
y siempre se quedaba hasta el final".

No mentía mi amigo, exageraba
un poco nada más: es mi costumbre
retrasarme en las citas y jamás replegarme 
hasta que toda acaba (y ni aun entonces).

Ya en el colegio intentaba apurar,
más allá de razones y castigos,
el tiempo generoso del recreo
y había de correr después a clase
–la lengua fuera, las mejillas rojas,
retumbos en el pecho...–,adonde entraba
con asco invariable.

Y en casa no quería 
irme nunca a la cama (y eso que lo ignoraba
yo todo por entonces de gintonics,
cigarros, sexo y música, los cuatro 
custodios de las cuatro 
esquinas de mis noches del futuro).

Uno de mis mayores,
en tono de reproche, sentenció:
"Este niño es el alma de la fiesta",
y mi reputación quedó asentada;
reputación que luego
no hizo sino aumentar, andando el tiempo
de nuestra adolescencia y juventud.

Acodado en las barras o en cocinas
de las casas de amigos, ahormado con la noche,
allegando sonrisas, risas, vasos,
fumando sin parar, bailando a veces,
nunca siendo el primero pero siempre
quedándome hasta el fin y postergándolo
–tomémonos la última, la última,
te juro que es la última...–,
me hice cargo del cargo
oficial de juerguista que no sabe
retirarse a su hora, que aguanta lo que sea
con tal de que no mueran los momentos,
aunque los ve morir uno tras otro.

Un tipo divertido, con los años
ya menos divertido que pelmazo
y hasta  un punto inquietante: ¿es que no entiendes
que no puedes vivir de esta manera,
que las fiestas se acaban y la gente 
está queriendo irse?

No protesto, pues me he ganado a pulso
mi fama, pero digo:
lo entiendo, sí, lo entiendo,
lo he entendido hace mucho y es por eso.

El alma de la fiesta. En esas cinco
palabras se resume
tal vez cuanto de bueno
y malo hay en mi vida,
la dicha de que soy y fui capaz,
también la maldición que me acompaña:

la búsqueda perpetua y sin horario
de ese algo más que es todo y no es nada,
que existe pero escapa,
más veloz que el deseo, hacia otra parte.

Y yo le voy detrás, hasta esa tumba
donde por una vez seré el primero
y ya habré de quedarme hasta el final.


Nacho Otero
Perdidos en la batalla
Bartleby Editores

viernes, 20 de diciembre de 2013

VIOLETA C. RANGEL - LA POSESIÓN DEL HUMO



Violeta. Violeta la del Born,
oficio sus labores,
carrer de Regomir, antes Comerç, antes Aldana
(así hasta doce), antecedentes tiene,
estado civil charnega (aunque no es cierto
y puedo hasta probarlo), valor tres mil,
pensión aparte.

            *****

Supón por un momento que tu vieja por cien pavos
se lo hace en los camiones con cualquiera,
que la bofia por dos gramos te manda pal talego,
que el cabrón de tu vecino le ha metido
por dos veces fuego a tu garito,
y ese menda te ha dejado un marrón en las entrañas,

que estás viva,

tan completamente viva, que  qué importa
ponerles por delante el pastelito envenenado
que guardas en los muslos,
mar adentro.

          *****

En fin, querida mía,
que empieza la calor
y huele a heno y a compresas.
Un poco, cómo no,
a pescado pudriéndose en el cubo.
Los días, sí, parecen calcos al trasluz...
porciones exactas de metralla.

          *****

La deja entre mis muslos,
como un sable. ¿Qué más da?
No queda tiempo. Lejos de la casa,
en sus ruinas, parece despertar.
Sentir cómo se atiesa,
cómo va juntándose a mi carne,
cómo gime y cómo empuja y me revienta
sin que pueda desprenderla
ni decirle, !lárgate, vamos, lárgate,
muerte de mierda!

          *****

Lo miras divertida y te invitas a una copa.
Si su historia fuese buena,
si tratase de sucios tiparracos,
de drogas o de hoteles rojos como un cuerno,
de una muerte no explicada
o de una vida inexplicable
la cosa, cielo cambiaría.
Pero no. El muy petardo raja y raja de Acapulco,
entona al Aznavour con voz de franciscano.
Yo soy géminis, te suelta, y tú,
espera nena, espera, tú eres tauro.

Así es como el gachó
se agencia un quiqui allá en su tribu.

A esto del amor, le digo por ponerme interesante,
le va el carmín resquebrajado,
los parques últimos, el cigarro a solas,
las lunas abolladas,
los coches estrellados.
Me levanto a por gauloises.
Lo dejo con los ojos hundidos en la copa
aún más turbia que sus ojos.
Ya en la calle, 
me cuelgo de un polaco
y tarareo esa canción de la Piquer:
Y él vinooo en un baaarco...

           *****

Callados, con la lluvia,
recorremos la alameda
rompiendo besos a pedazos
y calentándonos a conciencia.
Donde otros han follado 
hemos follado, pero nada es hoy tan dulce
como el barro de tus muslos,
el chap chap de tu palomo trampeando.
Y sigue, sigue, sigue,

como si no ocurriera nada,
la lluvia en nuestros ojos.

           *****

Bajando por la rue dindon
hacia el embarcadero,
hoy, 23 de agosto de 1992,
me estremezco al pensar
en todos esos cuerpos que habité,
verdes tumbas saqueadas.

           *****

Hacer las cosas mal, sin propósito de enmienda,
sin que te tiemble el pulso, vamos.
                                                   Todo mal.
Levantar una casa en un peñasco
para que no duermas tranquila en esa casa.
Que en cada tempestad algo se caiga,
no soporte, se destruya.
Hacer las cosas mal,
tener el valor de hacerlas mal.
Dejar clavos en el suelo y cristales en los ojos.

Pero que quepas, que quepas tú
aunque no duermas,
Que quepas, que no haya
día que no pienses 
que estás a punto de palmarla,
de irte a la otra esquina,
que ya nadie te pueda librar de la desgracia.

             *****

Pudo ser ayer o hace un verano,
en una tarde de esas tontas
cuando andaba a saltos de los trenes
o bebía ron con esos guiris.

Pero no, te empeñas en venir
justo a esta hora,
cuando no llueve ni hace frío,
y estoy triste, y ya no tengo
ganas de abrir mi sangre a nadie.

En fin, es justo ahora,
con la olla por los suelos,
y unas ganas de morirme
a cualquier precio, cuando escucho
tus pasos en la hierba,
y llamas, llamas... ¡Dios!,

y corro a abrirte.

            *****

Hay noches en que llaga la cosa esta del río,
lo sientes como sientes que eres joven,
te preparas un café y el río sigue y sigue.
La noche deja en la venta una luz calva,
un olor a engrudo y sólo queda el río,
ese río de peces asustados.


Violeta C. Rangel
La posesión del humo
Baile del sol ediciones

domingo, 15 de diciembre de 2013

ANA PÉREZ CAÑAMARES - LAS SUMAS Y LOS RESTOS II



Una mariposa en el vagón de metro.

Príncipe Pío, 31 de agosto, 14,30 horas.

Dejo escritos los datos exactos

porque nadie pareció darse cuenta.

Los periódicos gratuitos

hablaban de asuntos banales.

                  *****


Soy lista como un ángel

los segundos previos
a escribir el poema.

En el poema soy prudente:

cada verso un tablón
para cruzar el abismo.

Lejos del poema soy torpe

y los recuerdos no traen sabiduría
sino imágenes talladas en granito.

No vuelo, ni ando, ni me hundo.

Escribo palabras como barandillas.
Me asomo desde ellas y no me caigo.

                   *****


Hablar, como ejercicio permanente

de dignidad en la retirada;
como apuesta por la retaguardia
para la clasificación de los restos.

Hablar, para que los caídos

sigan teniendo voz en mi locura.

Hablar, sabiendo de lo inútil

de túneles, escondites y escaleras;
sólo por el placer de acariciar
la barandilla, cuanto tú no estás
esperándome arriba, sino que eres
la propia barandilla.

                    *****


Contra la noche no valen paraguas.

Sólo hay intemperie.

Mientras esté oscuro

todos seremos niños.

El escondite no es un juego

cuando nadie puede ver.

                   *****


Hemos Elegido perder eternamente 

para no mancharnos las manos.

No parecemos reparar en 

cómo se mancha la conciencia
mientras nos quedamos quietos.

Cómo se llena de verdín

y se hace resbaladiza.

                   *****


Un día no vas a venir rogando

sino exigiendo lo que es tuyo.
Tus ojos mirarán de frente
y en tu mirada la espera de siglos
se habrá fraguado en inminencia.

Ruego a tus antiguos dioses

y a mi dios que ya no existe
que me concedan la dignidad
para luchar en tu bando.

Y si no lo hago, arróllame:

ya he disfrutado lo que te pertenece.

                  *****


Intento leer en el patio.

Pero demasiado cerca se escucha
en la tele uno de esos programas
en los que la ternura ha cedido paso 
a una pegajosa autocompasión.

Esto tengo que dejar dicho:

amo la vida y sus disfraces de puta
inocente implorando respeto.

Hubo un tiempo en que la vida

y el mundo eran pareja.
Ahora se están divorciando.

                 *****


Ana Pérez Cañamares
Las sumas y los restos
Devenir

miércoles, 11 de diciembre de 2013

EDUARDO JORDÁ - SONDERKOMMANDO





SONDERKOMMANDO

Hemos visto.
Hemos oído.

La lengua azul.
el glugluteo.
el olor dulzón.
Los que se quedaban de pie
y había que derribar
con una maza.
Los que todavía gemían
aunque estaban muertos.
Los que perdonaban 
aunque estaban muertos.
Los que se abrazaban
aunque estaban muertos.

Hemos visto.
Hemos oído.

Preferíamos no usar las manos.
Los ganchos en el cuello
eran más rápidos
y así no te ensuciabas
(todos se lo hacían encima).

Hemos visto.
Hemos oído.

El siseo del alma
que se trasforma en grasa, y arde.
Los ojos que estallan 
azules en el cielo azul
de un día de verano.
La cabeza que tarda más que el resto.
Las cenizas en el río
con el deshielo de marzo.
La mirada incrédula
que hablaba sola
y se mentía sola,
y gritaba y suplicaba y callaba,
todo a la vez,
mientras se quitaba la ropa
y avanzaba hacia dentro.

Hemos visto.
Hemos oído.

Nuestra primera misión
fue ocuparnos de los que nos precedían.
"Comando especial", dijeron,
"igual que vosotros".
Y nosotros seríamos los siguientes.

Nunca decíamos nada.
El bebé que respiraba.
La maquinilla para el pelo
de las mujeres.
Las tenazas, los montacargas.
Las insaciables vagonetas de carbón.
El montón de los dientes de oro.
El montón de las sortijas.
La máquina quebrantahuesos
("el molino", la llamábamos).
Y el loco que violaba chicas muertas
y al que un día tuvimos que matar.

Nunca decíamos nada.
Sólo una vez me atreví:
"Poneos allí. Es más rápido".
Eran mis primos.
Sólo una vez.

Y quizá debería haberme callado.


Eduardo Jordá
Tulipanes rojos
Visor 


En los campos de exterminio nazis había unas unidades especiales de presos llamadas Sonderkommando, que estaban obligadas a trabajar en los crematorios, retirando los cadáveres  de los presos que acababan de ser aniquilados en las cámaras de gas. Cada cierto tiempo (dos o tres meses) los sonnderkommandos eran eliminados y sustituidos por otros presos, lo que hizo que muy pocos miembros de  estos comandos especiales lograran salvarse. Sólo una  veintena logró sobrevivir a la guerra y trasmitir su testimonio. Este poema está escrito a partir de lo que leí en los testimonios de antiguos sonderkommandos, como Shlomo Venezia, Henryk Mandelbaum, David Olère, Filip Müller, Henryk Tauber y Daniel Behnamias. Y cito sus nombres, ahora que casi todos han muerto, porque todos merecen ser recordados. Ellos Vieron y oyeron. Y yo sólo intenté explicar en el poema lo que se podía llegar a sentir cuando uno había visto y oído lo que ellos vieron y oyeron. 
Eduardo Jordá.

sábado, 7 de diciembre de 2013

ANA PÉREZ CAÑAMARES - LAS SUMAS Y LOS RESTOS I




Si colgara en este blog todos los poemas que me gustaría mostrar de "Las sumas y los restos" podría verme en un aprieto legal con Editorial Devenir (pegaría aquí el libro entero). Iré mostrando en varias entradas algunos de los extraordinarios poemas de Pérez Cañamares; hasta donde la prudencia me permita.
Jorge Espina.    

                                                        *****

Voy llenando de trastos y cascotes
la parcela de salvación que os corresponde.

Duele recordar las manos ásperas de mi padre
las miradas de exiliado que mi madre
dirigía al cielo.

Soy cobarde. Os pido perdón.
Me disteis amor, no valentía.

Duele saber que si os hubiera atendido
–nunca me impusisteis vuestra sabiduría–
ahora conocería el nombre de los árboles.
Ya sabíais vosotros que era importante.

Y ahora los recuerdos son entradas
de una enciclopedia que nunca consulto.

Si un día la culpa levantara su vuelo de cuervo
y me dejara espacio para cultivar vuestra memoria.
Quizá en el lugar del remordimiento
acamparían paisajes en los que fui, estuve, he vivido
y así al menos un nombre de árbol vendría a mi mente.

                       *****

Tienen hambre y frío tus mentiras,
padre, como niños de posguerra.
Espías y héroes con sus disfraces 
cruzan decorados de cartón;
y tú no sabes, no quieres saber
que yo no necesito para quererte
a tus espectros de función escolar.

Si tus fantasías disolventes 
no borraran el pasado 
si tus tragicomedias
no deshicieran el camino
que ya hemos recorrido

si no dejaran tus mentiras
este insoportable olor a lejía
esta pulcritud de álbum vacío
si me dejaran recordar
que alguna verdad has tenido que darme
alguna verdad que me guiara hasta aquí.

Y sin embargo sé que sin salvarte
yo peso más, me hundo y me voy al fondo
de nuestra historia. Tengo que salvarte,
padre, recordar lo que otros te hicieron
cuando eras niño, el largo camino enlodado
hasta el colegio, la casa sin ventanas
en la que tu madre murió licuándose entre tus dedos
los cadáveres que te atravesaron la nuca con sus miradas
cuando eras niño, padre, cuando eras niño.

Tengo que recordar que tus mentiras de ahora
son los sueños de otra época, que vuelven a pedir cuentas
como bebés abandonados a la puerta de una iglesia.

                       *****
I

El canturreo de la lavadora
me acompaña mientras leo.

Mi madre sigue cargando 
todas las lavadoras.

Llegaré con la ropa limpia
aunque sea largo y polvoriento
el camino desde la infancia.

II

Desde que murió 
mi madre me está leyendo..

Ya no soy su hija
Ya no soy una preocupación.

Soy una novela que lee por entretenerse.
Por algún motivo, siente simpatía por la protagonista.

Mamá está disfrutando de la indiferencia.

                            *****

Los platos que me regaló mi madre
están ya deslucidos y pasados de moda.
Cuando hacemos limpieza
nos miran como enfermos agonizantes
que no entienden qué queremos de ellos.

Pero son los platos que me regaló mi madre
que ya nunca volverá a regalarme
nada.

Si un día nos decidiéramos a tirarlos
intentaré escuchar su voz en mi cabeza:
"las cosas, hija, son sólo cosas".

Mi madre no está en un plato.
Mi madre está en el pan que como.

                           *****

Vuestras manos:
que tiraron de una mula
que recogieron la leña
y que curaron heridas
que remendaron sus ropas
que pusieron inyecciones
y que pagaron facturas
que firmaron hipotecas
que removieron las gachas
y levantaron del suelo
a los hijos, que perdieron
guerras y se retorcieron
a causa de la artrosis.

Vuestras manos:
que debieron entender
tan poco de este mundo
que ya no las necesitaba.

A veces las veo en otros
como si fueran un préstamo
como si no se resignaran
a dejar de ser ya útiles.

Vuestras manos:
algún día colgarán
de mis brazos.

         ***

Ana Pérez Cañamares.
Las sumas y los restos
Devenir