...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.
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martes, 10 de febrero de 2015

FERMÍN HERRERO - LA GRATITUD



Escucha a los alisos. Eres viento. Allí donde
te encuentres, sea en esta orilla o disertando
sobre el ser y la nada, eres viento. El río
te desnuda en su empuje de finitud, si bien
del mismo modo vas desnudo por tus caprichos
y por tus sueños. Parva bajo la parva
el hombre puja sin mirar atrás, le parece
que nada debe, te parece. No queda gesto
alguno en la memoria, con los años. Escucha
al viento, óyete, es malo andar sin compañía.

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En el olor de los jacintos salvo
la mañana, en la delicadeza de su delgado
aroma. Y está también la mariposa gira
que te gira, girando sobre lo mismo, con otro
apego, me figuro. Quién me lo iba a decir
cuando era un niño derrotado, tantas veces
y a solas, que finalmente aquello fuese a ser
mi salvación, un enrocarse jubiloso en lo frágil
y emocionarse en lo secreto y deleitarse
como la mariposa, gira que te gira, girando.

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Fermín Herrero
La gratitud
XXIV Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma
Visor de Poesía


viernes, 19 de diciembre de 2014

FERMÍN HERRERO - TEMPERO



ALMENDROS EN LA NIEBLA

Entre la escarcha y la niebla, al amanecer
no se sabe qué almendro está 
florecido y cuál no. Mediados 
de febrero, la helada es gorda. La luz
afuera, siempre afuera, sin saber
de dónde. El mundo así, detrás de algo
que no distingue. Al menos yo. La luz
afuera, siempre ambigua, venga de donde
venga. Y una certeza: a fin de cuentas
la helada matará la flor, su inconsistencia.

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DESCARGO

No es lo mismo haber vuelto que no haberse
ido pues no hay quebranto sin huella y sólo
cuando te cansan los caminos escuchas bien
tus pasos. Un puñado de cenizas, llaga 
sería esta luz sin haber conocido
el vano, las fronteras, hasta quedarse
sin aliento. Has volcado tu vida para 
temer un poco menos a la muerte, debes 
saber que antes de echar raíces hubiste
de andar a tientas, hacia donde no estabas.

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LA MADRE

Es mi madre. Me está mirando con temor
por algo que no le entra en la cabeza, aquel 
querer y no poder, aquel echar por tierra
lo del día anterior -ya no me acuerdo
apenas, tan pendiente estaba entonces
de una llamada o de una carta-. Ni dar
ni recibir ahora, sólo esperar, aprender
lo cálido a cubierto, ver la alegría
sin tenerla, quedarse en la mudez. Cómo
comprendo al fin sus ojos, su precaución de pobre.

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EL VALOR AÑADIDO

Los árboles aguardan, siempre esperan
lo irreparable en la memoria de los muertos
y el azar en el ímpetu de los vivos. más 
tierra sobre tierra. Como si no supieran 
siempre aguardan, mirando sin mirar
su vista se hace lenta y espaciada, capaz
de percibir lo más lejos posible, allá
donde no pueden sostenerse, desnudos
de impotencia. Por eso los plantamos, así
podrá sobrevivir nuestra ceguera un tiempo.

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AMARTE COMO NUNCA

Hemos venido, estamos. Nada más, nada
menos. Hemos subido a la sierra, me miras
mientras sonríes, descansamos. Cuánto
tiempo, Dios mío, cuánto tiempo juntos
y hasta ahora felices, al menos, dentro
de lo que cabe. Y lo hecho, hecho
está. Es cierto que vamos para viejos
y que han sido pequeñas nuestras vidas, siempre
tan sosas, siempre tan pequeñas. Que en tus brazos
no se me caiga el mundo encima, que no me faltes.

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EL AZAR Y EL PÁNICO

Menudo guirigay, los gorriones se vuelven locos
con las primeras gotas, se agitan en el olmo
del jardín. Qué revuelo. Atardece. Una tormenta
de verano. El escándalo diario al acostarse
aún más bullicioso, como si sacudiesen 
las hojas. El chubasco silenció su ajetreo
un rato, pero, al despertarse, la excitación
se ha redoblado. Hasta que de repente he visto
una sombra en picado -quién sabe si cernícalo
o si halcón- y un chillido. Y de nuevo el silencio.

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Fermín Herrero
Tempero
Poesía Hiperión