...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.
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viernes, 15 de julio de 2011

CARILDA OLIVER-TE BORRARÉ



TE BORRARÉ


Te borraré con una esponja de vinagre,
con un poco de asco.
Te borraré con una lágrima importante
o un gesto de descaro.


Te borraré leyendo metafísica,
con un telefonazo o los saludos
que doy a la ceniza;
con una tos o un cárdeno minuto.


Te borraré con el vino de los locos,
sacándome estos ojos;
con un varón metido aquí en mi tumba.


Te borraré con juegos inocentes,
con la vida o la muerte;
¡aunque me vuelva monja o me haga puta!



martes, 14 de junio de 2011

CARILDA OLIVER LABRA - GUÁRDAME EL TIEMPO



GUÁRDAME EL TIEMPO


Vuelves a renovarme el don perpetuo.
Otra vez eres ése
que me enseñó las señales del alba,
el que salvó una hormiga en el borde del vaso.


Vuelves para pedirme que reúna
la corte de los gatos,
que te amparé de aquel golpe en la nuca,
que te dé mi tristeza como un sorbo,
que te recorte alguna uña,
que me moje de ti,
que te alcance el café,
que no oscurezca,
que me case contigo esta noche otra vez.


Se nos quedaron muchas cosas sin hablar, 
necesitamos una cita,
porque
¿a quién le doy tantas caricias
que sobraron,
aquéllas  que olvidé ponerte sobre el pecho?
¿A quién le cuento
que he planchado, creyendo que era tela,
tu perfil de muchacho?


¿A quién convido ahora con mis piernas
y le enseño el jazmín que nació anoche,
y le pongo una abeja a que le pique,
y le saludo la inocencia?


¿A quién le miento y juro,
a quién le tiro un pan contra la oreja,
a quién le digo que le odio,
y luego, que le amo?
¿A quién le digo hijo,
y me lo paso por dentro como un trapo?


Sé bien que estás metido en nuestros átomos,
que te mueves en  ese aire que espantó esta página,
que observas desde los retratos,
que te has caído hoy contra mi pecho
y para que seamos uno solo
hasta este propio corazón
me lo has parado;
sé que estoy muerta
soñando que te busco por el cuarto.


Guárdame el tiempo.
Guárdamelo.
Estoy segura de que puedes.
Así no ha de caer la luna
ni tendrás que morirte en la mañana
y el jueves será eterno
y te besaré siempre como en el veinticuatro
de septiembre
de mil novecientos ochenta y uno.
Guárdame el tiempo,
guárdamelo.


¡Que no pase ni un minuto,
que nada ciego nazca,
que no invente un aparato de tortura
ni estalle otra contienda contra el hombre;
que no cacen más pájaros,
que no se malogre la pureza,
que vuelvas
a ser
y aquel esplendor tuyo se mezcle, poderoso,
a mis harapos!


Guárdame el tiempo,
guárdamelo.


Te lo pido con rabia,
con ternura,
con todo lo que no es palabra.
Para que siempre seamos lo estupendo:
hombre y mujer
girando,
nueva especie del mundo;
ya casi un milagro.
Pues me han salido en la cara tus ojos
y a ti en el rostro mi boca,
y no sé cuando te miro si eres tú quien me mira
ni cuando tú me besas
si soy yo quien te está besando.

CARILDA OLIVER LABRA. Antología poética. Visor

sábado, 11 de junio de 2011

CARILDA OLIVER LABRA - MADRE MÍA QUE ESTÁS EN UNA CARTA



MADRE MÍA QUE ESTÁS EN UNA CARTA


                       II


Trato de hallar aquella luz
que apenas
canta en el vientre necesario
donde nací a la vida,
pero pareces sólo un eco
que brota de la tierra cuando llueve.


Registro los anones, las vidrieras,
el delantal  que no olvidó tu música
y nada encuentro sino un miedo
a que te vuelvas de ceniza.   ...


...Me estabas invitando a tanta nieve
sin saberlo. 
¿Qué hubiera hecho sin el sol,
mamá juiciosa entre frituras,
cocinando siempre?
Si a mí esas uvas no me dicen hija
y en cambio quedo lela entre las palmas;
me da suerte la aurora
con su repunte de sinsontes...


Mamá,
vuelve con el terral, entra en el tiempo,
aprovecha el milagro de la tarde:
te cogerá la mano zurcidora
aquel olor a piña,
has de encontrar en tu zaguán la areca
que se secó de echarle lágrimas.


Mamá,
no pelearemos,
me pondré los vestidos de la infancia
que tú quieras.
Aún respeto 
el lugar en donde reposabas los cubiertos,
el almanaque del sesenta y cinco
que en la pared del cuarto hace una mueca de ternura.


No sé cómo decirte
que el comején ya terminó tu cama
y que el espejo, de no verte nunca,
se ha puesto ciego y no le asusta ni el relámpago.


Mamá, 
los balancines 
de aquella linda mecedora tuya
le han dicho sí a la muerte.
Pero yo te he cuidado esas agujas con que hacías
enredos de colores,
el perfume que alzaste en las cazuelas
y aquel dedal de plata
donde cabían los sueños de tu esposo.
Ay, no te digo viuda
porque papá está aquí guardado entre los libros.
¡Que broma tan radiante cuando salga!


Ahora sigo siendo libre,
y como siempre pobre, enferma,
atolondrada.


Mamá,
te compraré otro piano.
Si cuando llegues falta el queso,
la almendra falta,
te haré algún caldo fabuloso
con el amor y con su cáscara.
Y nos iremos a encontrar sorpresas,
te enseñaré unos eucaliptos inmortales,
el pueblo que aromó su peripecia;
y tú,
devuelta al tomeguín,
te harás un solo nudo con mi tierra
como una madre que abrazó a otra madre.

CARILDA OLIVER LABRA. MATANZAS, CUBA, 1924