...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.
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miércoles, 25 de abril de 2018

SHARON OLDS - MIRÁNDOLOS MIENTRAS DUERMEN



MIRÁNDOLOS MIENTRAS DUERMEN

Cuando llego a casa tarde y es de noche y entro a besar a los niños
veo a mi hija con el brazo doblado alrededor de la cabeza,
su cara sumergida en lo inconsciente;
tan centrada por completo en su yo oscuro,
la boca que resopla con ligereza como alguien saciado
pero con una mueca leve de no haber tenido suficiente,
los ojos tan cerrados que uno pensaría que han girado sobre
el iris para mirar la parte posterior de la cabeza,
el globo ocular desnudo y marmóreo bajo el
párpado anhelante grueso y satisfecho,
descansa sobre la espalda en posición cerrada y de abandono
y el hijo en su habitación, oh, el hijo, está de lado en la cama,
una rodilla arriba como si estuviera escalando
peldaños escarpados en la noche,
y bajo el temblor fino de los párpados
sabes que sus ojos están abiertos de par en par,
mirando y vidriosos, con su azul
codicioso y cristalino en toda esta oscuridad, y 
la boca está abierta, respira con dificultad por la subida
y jadea, la frente está arrugada
y pálida, los dedos largos encogidos,
la mano abierta, y en el centro de cada mano
la palma seca y sucia del niño
en calma, como si fuera una galleta. Lo miro en su
búsqueda, los músculos finos de sus brazos
apasionados y tensos, la miro a ella
con su rostro como el rostro de una serpiente que se hubiera
                                                                   tragado un ciervo,
contenta, contenta, y sé que si la despierto
sonreirá y volverá el rostro hacia mí
medio dormida y abrirá los ojos y
sé que si lo despierto a él
se sacudirá rápidamente y dirá No y se incorporará
y mirará a su alrededor en una inconsciencia
azulada, oh Señor, cómo
conozco a estos dos. Cuando el amor viene a mí y me pregunta
¿Qué sabes? Respondo Esta niña, este niño.

Sharón Olds

La célula de oro
Bartley Editores
Traducción de Óscar Curieses

domingo, 25 de febrero de 2018

SHARON OLDS - CHICO QUE SALE AL MUNDO



CHICO QUE SALE AL MUNDO

Nuestro hijo a los diez años no cree en el mal,
juzga por sí mismo, sabe que ningún hombre 
estaría dispuesto a herir a otro, Cree en
la fuerza, el hacha contra la lanza, la ballesta
contra las dos espadas, cree en la mesura,
el poder la división, la sangre, pero no en 
el corazón perverso, así que al regresar a casa,
a las tres en punto por la calle 97 Oeste,
deja atrás los hoteles de los drogadictos para llegar 
                                                    a nuestro bloque,
la carga ligera de su mochila a la espalda
roja y oscura, como algunas zonas profundas del cuerpo
que nunca se ven, y el hombre le dice Oye, chico,
él responde, la fuerza se enfrenta a la fuerza,
sus brazos tan delgados que la luz los atraviesa en los
                                                    bordes, dice
¿Sí? Y el hombre le hace una pregunta,
impaciente por una respuesta del chico que pueda
                                                    explicar el mundo,
el hombre dice ¿Sabes lo que significa polla?
Nuestro hijo responde con educación y sigue caminando,
siente lástima por un hombre tan bobo
                                          que pregunte algo así,
y sabe que no es un mal hombre,
o un hombre peligroso, solo un hombre corriente,
no lleva ropa de vagabundo ni habla como un borracho,
de todas formas este chico sabe lo que es, puede
mirar en lo profundo de su corazón
y hablar de la naturaleza del ser humano: la bondad,
la cortesía, la fuerza.

Sharon Olds
La célula de oro
Bartleby Editores
Traducción de Óscar Curieses

lunes, 11 de septiembre de 2017

SHARON OLDS - ESTO



ESTO

Quizá si no tuviera esto
yo misma me llamaría la hija de mi madre
o identificaría mi alma con el cuenco azul
colocado sobre la mesa, o con el muro de oro, o el campo.

Me llamaría a mí misma Cobb, Stuart, Torrance,
McLean, vestiría con tela escocesa todo el tiempo,
verde clan, rojo sangre,
línea fina de vena purpúrea,
si no tuviera esto. O quizá me gustaría envolver mi vida
en la bandera, en las amplias franjas de sangre, en sus
estrellas como cuencos rotos sobre la mesa,
o en la frente curva de mi padre como el cuenco de cereales
aquí sobre mis cejas, o en la vena mala de mi madre
que corre por el interior de la pierna
como un río subterráneo.
                                     Pero tengo esto,
así que esto es lo que soy, este cuerpo
blanco como masa amarillenta barrida con harina seca
presionada contra su cuerpo. Soy estos pechos que se 
aplastan junto a él como abatibles tazas
de viaje plateadas, comprimidas unas junto a otras,
y los pezones que flotan en el centro como frambuesas
duras a la luz del sol, ambos son
mi vida el sexo oscuro que
lo acoge a él como cualquiera que en verano 
abra su garganta a la manguera sujeta
en el borde caliente de un solar. No
me preguntes por mi país o quién era mi 
padre o incluso a qué me dedico, si
quieres saber quién soy, soy esto, esto.

Sharon Olds
La célula de oro
Bartleby Editores
Traducción de Óscar Curieses

jueves, 11 de agosto de 2011

SHARON OLDS - VUELVO A MAYO DE 1937


Los veo parados en los portones de sus universidades.
Veo a mi padre saliendo bajo el arco de arenisca ocre,
las tejas rojas brillando como platos doblados de sangre tras su cabeza.
Veo a mi madre con libros ligeros en su cadera,
parada en la columna de ladrillos con los portones de hierro forjado,
aún abiertos detras de ella, con las puntas de espada. 
Están a punto de casarse.
Son niños. Son tontos.
Sólo saben que son inocentes y que jamás lastimarían a nadie.
Quiero ir y decirles que no lo hagan.
Que ella es la mujer equivocada, que él es el hombre equivocado.
Que harán cosas que ni se imaginan.
Que le harán daño a los niños.
Que sufrirán de forma inimaginable.
Que van a querer morirse.
Quiero ir y decírselo en la luz de Mayo.
Pero no lo hago.
Quiero vivir.
Los tomo como muñecos de papel,
y los froto uno contra el otro por las caderas como pedernal,
como si quisiera sacarles chispas.
Y digo: Hagan lo que van a hacer, que yo lo contaré.

The Gold Cell  SHARON OLDS

viernes, 18 de febrero de 2011

SHARON OLDS - LOS MUERTOS Y LOS VIVOS



LA MUERTE DE MAILYN MONROE


Palparon los de la ambulancia el cuerpo,
frío, lo subieron, pesado como el hierro,
a la camilla, le intentaron cerrar 
la boca, le cerraron los ojos, ataron 
los brazos a los lados, apartaron un mechón
de pelo enredado, como si importara,
vieron la forma de sus pechos, aplastados por
la gravedad, bajo la sábana,
se la llevaron, como si se tratara de ella,
escaleras abajo.


Esos hombres nunca fueron los mismos. Salieron
después, igual que hacían siempre,
a tomar una copa o dos, pero no podían
mirarse a los ojos.
                           Dieron sus vidas 
un vuelco - uno sufría pesadillas, dolores
extraños, impotencia, depresión. A otro 
no le gustaba su trabajo, su mujer le parecía
diferente, sus hijos. Incluso la muerte
se le antojaba distinta -un lugar donde ella
le estaría esperando,


y el otro se encontró a sí mismo por la noche
en el umbral de la habitación del sueño, escuchando
a una mujer respirar, tan sólo una mujer 
normal
respirando.


                      ***


LAS VICTIMAS


Cuando mi madre se divorció de ti nos alegramos. Aguantó y 
aguantó, en silencio, todos esos años y entonces
te echó, de repente, y sus 
hijos lo aplaudieron. Luego te despidieron, y
nos reímos pícaramente, igual que la gente se sonreía cuando
el helicóptero de Nixon despegó de la Pradera
Sur por última vez. Sentimos un cosquilleo 
al pensar cómo te quitarían la oficina,
también a tus secretarias,
tus almuerzos con tres whiskys dobles,
los lápices, tus resmas de papel. ¿Recobrarían
también los trajes, aquellos esqueletos 
oscuros colgados en tu armario, y las puntas
negras de los zapatos con sus anchos poros?
Ella nos había enseñado a aceptarlo, a odiarte y aceptarlo
hasta que removimos su conciencia para 
aniquilarte, padre. Ahora me
cruzo con vagabundos en las puertas, cuerpos
como babosas blancas que resplandecen a través de los jirones de
sus trajes de légamo compacto, las aletas
inmundas de sus manos, el fuego sumergido
de sus ojos, barcos hundidos con sus
faroles encendidos, y me pregunto quién les aguantó y
aguantó en silencio hasta que lo habían 
cedido todo y nada les 
quedó ya sino esto.


                      ***


LAS FORMAS

Siempre tuve la sensación de que mi madre
moriría por nosotros, se lanzaría a un fuego
para sacarnos, el pelo incandescente como
un halo, se zambulliría en el agua, su cuerpo
blanco sucumbiendo y girando lentamente,
ese astronauta cuyo cable se corta
para
perderse
en la nada. Nos habría
protegido con su cuerpo, habría interpuesto
sus senos entre nuestro cuerpo y el cuchillo,
nos habría metido en el bolsillo del abrigo
lejos de las tormentas. En la tragedia, el animal
hembra habría muerto por nosotros,
pero en la vida tal y como era
tuvo que mirar
por ella.
Tuvo que hacer a los niños
lo que él dijera, tenía que
protegerse. En la guerra, habría
dado la vida por nosotros, te aseguro que sí,
y lo sé: soy una estudiosa de la guerra,
de hornos de gas, de asfixia, cuchillos,
de ahogamientos, quemaduras, todas las formas
en las que sufrí su amor.


Sharon Olds. Los muertos y los vivos. Bartleby EditoresTraducción de Juan José Almagro Iglesias y Carlos Jiménez Arribas



miércoles, 16 de febrero de 2011

SHARON OLDS - EL PADRE



Nadie antes describió con tanta claridad y exactitud a la muerte. Como ya dijo en su día Anton Chéjov: No corresponde al escritor encontrar la solución del problema, sino su planteamiento justo. Con una poesía no apta para pusilánimes, Sharon Olds consigue transformar  la muerte en algo sólido y palpable, una flema de ámbar que todos llevamos escondida en nuestros bolsillos. Leerás El Padre y sentirás que algo amarillo y pegajoso coloniza lentamente tu interior, comprenderás que siempre estuvo ahí. Dios es también un alcohólico de nariz roja que espera la muerte sentado en un sofá, con la bata abierta, expectorando el tiempo en un vaso de cristal. 
Sharon Olds es, Sharon Olds hace, Sharon Olds es el jugador que discute con su suerte. La diosa y el poeta; antes de  Olds, criatura imposible. 
Jorge Espina 

SU QUIETUD

El doctor dijo: "Usted me pidió que le dijera
cuando no se pudiera hacer nada más.
Se lo digo ahora."
Mi padre estaba sentado,
casi inmóvil, como siempre, sin mover los ojos.
Yo supuse que se enfurecería al saber que moriría,
que agitaría los brazos, que gritaría.
Pero se quedó sentado,
limpio con su pijama limpio,
delgado, como un santo.
El doctor dijo: "Podemos hacer algunas cosas
para darle tiempo, pero no lo podemos curar".
Mi padre le dio las gracias.
Y se quedó sentado, quieto, solo,
digno como un rey extranjero.
Me senté a su lado. Ese era mi padre:
siempre supo que era mortal. En cambio, yo temí
que tuvieran que amarrarlo. Había olvidado
que siempre se quedaba así, aguantando,
en silencio, el alcohol un modo de callar.
No lo había conocido: mi padre tenía dignidad.
Al final de su vida, su vida
empezó a despertar en mí.



                    ***


CARRERA


Llego al aeropuerto, corro al mostrador,
compro un pasaje y diez minutos después
cancelan el vuelo: los médicos dicen 
que mi padre no pasa de esta noche
y cancelan el vuelo. Un hombre 
de bigote me habla de un vuelo sin escala:
sale en siete minutos. ¿Ve ese ascensor?
Baje un piso, doble a la derecha,
coja el autobús amarillo, baje en el segundo terminal,
dice. Y yo, que carezco de toda orientación,
corro exactamente hacia donde debo, un pez
deslizándose contra la corriente del río,
hábilmente, como si supiera. Salto del autobús,
las maletas llenas de cualquier cosa
me sacuden de lado a lado
como si quisieran demostrar
que también yo sucumbo a las leyes de lo físico.
Y yo, que siempre voy al final de la fila,
corro hacia un hombre de flor blanca en el pecho,
y le digo, Ayúdeme. Mira mi pasaje, me mira a mí,
y dice: Doble a la izquierda, después a la derecha,
suba las escaleras mecánicas y, después, 
corra. Vuelo escalera arriba y ahí, al final, veo el pasillo,
respiro profundo, le digo Adiós a mi cuerpo,
adiós  a la comodidad y corro, corro
como si pudiera apostarlo todo,
gastar para siempre las piernas y el corazón que él me dio,
todo para tocarlo una vez más en esta vida.
He visto fotos de mujeres corriendo,
sus pertenencias atadas con bufandas
asidas a los puños. Bendigo
las piernas largas que él me dio y abandono mi corazón
a su único propósito: llegar a la Puerta 17.
Cerraban la del avión cuando llegué. 
Entonces, como quien no es demasiado rico,
me deslicé a través del ojo de la aguja
y recorrí el pasillo que me llevaba hacia mi padre. El avión
iba repleto, el cabello de los pasajeros brillaba,
una bruma de endorfinas doradas llenaba la cabina.
Lloré como lloran quienes entran al cielo,
con un alivio colosal. Despegamos
de un lado del continente
y no paramos hasta posarnos 
sobre la otra orilla. Entré a su habitación
y vi su pecho ascender despacio
y bajar de nuevo. Toda la noche
estuve mirándolo respirar.


           ***


MUERTE Y HOMICIDIO


Intentamos mantenerlo vivo, lo cortamos,
lo entubamos, lo  exprimimos, lo torturamos,
pero no vencimos,
la muerte lo tomó de nuestras manos, lo convirtió
en pura imitación de sí mismo.
Es el trabajo del homicida, te quita
la vista, el gusto, el tacto, el oído,
y pone en tu lugar esa cosa
igual a ti, incapaz de todo,
que todo lo soporta sin importarle nada,
como si no tuviera vergüenza,
como si al cuerpo no perteneciera
ningún honor. Cuando la muerte
se llevó a mi padre,
pensé en homicidios, entendí
que el asesino te obliga a irte
dejando atrás ese muñeco, réplica de ti,
como si fuera algo creado por él
hincado en las orillas,
moldeando la sumisión del barro.


SHARON OLDS. EL PADRE. BARTLEBY EDITORES.
TRADUCCIÓN DE MORI PONSOWY

sábado, 17 de julio de 2010

Satán dice: Poesía no apta para pusilánimes. Sin un segundo de descanso.



... Sobre sus elegantes tobillos vegetarianos papá
sorbía su cena. Como un dinosaurio más,
grande, carnoso, hecho de bistec crudo...

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ENCUENTRO

                                                                     Para E.A.O.


ME peino el cabello frente al espejo
cuando te acercas, el rostro lleno de dolor,
el pelo enredado.

Me siento frente al espejo
y te peino hacia afuera, mirándote a los ojos
oscuros como la tierra muy hondo bajo la tierra.

No te quejas cuando el peine se enreda.
Permaneces muy quieta. Se puede oír cómo
el oleaje
se alza dos metros sobre las gastadas rocas
y se escurre hacia abajo. Estás muerta
  de cansancio
pero te sientas erguida, la vista al frente,
los ojos negros como tumbas en el espejo.

No estás enfadada porque me acueste con tu hijo,
no estás enfadada porque le hayamos puesto tu
  nombre a nuestra hija,
no estás enfadada porque estemos  aquí de visita
en la isla rocosa donde te moriste. Te sientas
inmóvil y grave. Las olas se elevan y
cubren las rocas.

Poco después es como si solo
se peinara una mujer frente
al espejo, pero no sé cuál,
tu presencia se eleva rápidamente sobre mí y
presiona como la tierra desde todas partes.


Sharon Olds.  Satán dice (Igitur/Poesía) Traducción y prólogo de Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviria

miércoles, 9 de junio de 2010

SHARON OLDS - Mi padre roncando











MI PADRE RONCANDO


Solía oírlo en la madrugada a través de la pared-
mi padre roncando, la enorme flema
oscura que subía hacia la nariz y
caía, como manojos de algas que la ola
trae hacia la orilla y se vuelve a llevar. El bramido grumoso
invadía la casa. Incluso abajo en la cocina,
en los cajones, los cuchillos y los tenedores temblaban con aquel
remoto latido. Pero en mi habitación
pegada a la suya, era tan intenso
que podía sentirme dentro de su cuerpo,
alzada en la anudada cuerda de su vida,
y bajada de nuevo a la entraña
del pozo, sus paredes de ámbar
viscosas alrededor de mi torso, el olor a bourbon
empalagoso como el esputo. Yacía toda la noche
como una bestia abatida y articulaba su llamada
de ultratumba, como un grito de
ayuda. Y nadie acudió nunca:
no había nadie de su calaña por allí cerca.


Sharon Olds. LOS MUERTOS Y LOS VIVOS. Edición bilingüe. Traducción de J. J. Almagro Iglesias y Carlos Jiménez Arribas. Bartleby Editores, Madrid, 2006.