...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.
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sábado, 14 de abril de 2018

CHARLES SIMIC - PÍCNIC NOCTURNO



Con el corazón a la carrera

Ríndete al momento
ahora que has encontrado refugio
en el repentino chaparrón
bajo estos pequeños árboles de sombra.

Escucha los fuertes pinchazos
como si una costurera soñadora y despistada
estuviera cosiendo juntos
el tiempo y la eternidad para ti.

En la acuosa luz verde esmeralda
del final de la tarde,
las hojas, también, encuentran difícil
no estremecerse un poco
mientras escuchan la lluvia.

*****

Perro encadenado

Así es como va a ser,
una tarde gris con olor a nieve.
Dando vueltas al roble
¿cuánto crees que vas a tardar
en quedarte enredado?
Tu mala suerte fue ser cariñoso
con gente que quiere a su nuevo sofá
más que a ti.

Fred, pobre chucho, la noche
llega. Los niños que jugaban 
al otro lado de la calle tuvieron frío
y volvieron a casa. Mira el humo
salir de las chimeneas
al cielo nublado, mientras puedas.
Pronto, ahí sentado, nadie podrá verte.
Tendrás que ladrar
aunque no haya luna. Ladrar y gruñir
para no sentirte solo.

*****

Charles Simic
Pícnic nocturno
Valparaiso Ediciones

lunes, 26 de marzo de 2018

CHARLES SIMIC - APOLOGÍA DE LA PEREZA Y LA OBSERVACIÓN



Gente comiendo el almuerzo
Y pensando a cada bocado,
o eso parece, sentados como están
en el mostrador del café, mordiendo
sándwiches gigantes, masticando
y deliberando con cuidado antes de tomar 
otro pequeño sorbo de sus refrescos.

El camarero con el pelo castaño 
que toma nota se ha parado a reflexionar
con un lápiz detenido sobre su cuaderno,
el tipo con la gorra de béisbol azul
y la mujer con gafas oscuras
están completamente desconcertados
mientras remueven y remueven sus cafés.

Si levantaran la vista, podrían ver
al mismo Sócrates inclinándose sobre la parrilla
con un delantal blanco manchado y con un sombrero
hecho con el periódico de ayer
dándole la vuelta filosóficamente a una tortilla
en una pequeña sartén quemada por el fuego.

*****

Magde prepara tu tetera

Estamos siendo embaucados,
eso es bastante obvio.
Los abejorros están haciendo sus rondas,
el gorrión solitario
salta de un lado a otro con aire despreocupado
frente al gato tigre
despatarrado sobre la hierba nueva.

No hay nada de lo que preocuparse,
susurran las hojas. 
Tu propia sombra se sienta en silencio a estudiar
una tela de araña vacía.
Dos hormigas que arrastran un grillo muerto
a un cementerio de grillos
se han detenido para rascarse la cabeza.

*****

El secreto de la habitación amarilla

La pereza es lo mejor. Recostarse en el sofá 
vestido con una bata china
con las ventanas abiertas al calor,
la brisa despertando a las hojas.
Las moscas adormecidas en el techo.

La suave quietud de una tarde de verano,
como flotar con los ojos cerrados
boca arriba en un estanque
a rebosar de lirios de agua
e inhalar su aroma mientras se acarician.

La luz y la sombra se entretienen
en el techo, las hojas suspiran una vez,
después, ni tan siquiera eso.
Estupor majestuoso. Perturbado sólo a medianoche
para encender la pequeña lámpara amarilla.

*****

El gran casino

Casino del cielo
iluminado por estrellas de verano.

Esa es la máquina de discos del alma,
nos dice el viento de la noche.

Pero al preguntar qué monedas echarle
nos saluda con silencio pasmado.

*****

Charles Simic
Pícnic nocturno
Valparaíso Ediciones

viernes, 19 de mayo de 2017

LA SOLEDAD SEGÚN SIMIC



Oh, copo de nieve rezagado
que te derrites al caer
en la oscuridad de mi ventana,

la eternidad, la que no tiene voz,
quiere oírte esta noche
hacer ruido.

*****

Si tan solo tuviera un perro, estos cuervos que se congregan
en mi patio sabrían lo que es bueno.
Si tan solo el cartero hiciera un alto en mi buzón,
me pondría a leer una carta en la calle
para que todos me envidiarais al pasar.

Si tan solo tuviera un coche que funcionara, 
me iría a la playa un día de invierno
para sentarme y ver cómo las olas
tratan de herir a los grandes peñascos
y se dispersan como ratones después de cada intento.

Si tan solo tuviera una mujer que me hiciera
una sopa caliente las noches de frío
y tal vez un pastel de chocolate,
del que me llevaría un trocito a la cama
para compartirlo con ella después de amarnos.

Si tan solo mis ojos pudieran ver mejor,
leería la historia de las aves que migran
sobre vastos desiertos y océanos
y de cómo necesitan volver a nosotros cada primavera
después de visitar muchos países exóticos y cálidos.

*****

Cuando me desperté en mitad de la noche
vi un caballo apostado en mi cama como si nada.
Querido qué alegría que estés aquí, le dije,
está nevando y has tenido que sentirte muy solo
y pasar mucho frío allá en tu cuadra,
ahora que el granjero y su mujer han muerto.

Te cubriré con una manta y comprobaré
si hay terrones de azúcar en la cocina,
como los que vi a un hombre con chistera
dar a una yegua en el circo, pero temo
que ya no estés a mi regreso, por lo que prefiero quedarme
y hacerte compañía aquí en la oscuridad.

*****

Algo o alguien que no acierto a nombrar 
me hizo sentarme y aceptar este juego
al que sigo jugando años después
sin conocer sus reglas o saber con certeza
quién va ganando o perdiendo,

por más que me devano los sesos estudiando
la sombra que proyecto en la pared
como un hombre que espera toda la noche
una llamada de un teléfono sin línea
diciéndose que a lo mejor suena.

El silencio a mi alrededor tan denso
que oigo un ruido de naipes barajados,
pero cuando miro a mi espalda, inquieto,
hay sólo una polilla en la ventana,
su mente insomne y desquiciada como la mía.


Charles Simic
El lunático
Vaso Roto Poesía


sábado, 26 de marzo de 2016

CHARLES SIMIC - LO QUE LOS GITANOS DIJERON A MI ABUELA CUANDO TODAVÍA ERA JOVEN


IMPERIOS

Mi abuela profetizó el final
de vuestros imperios, ¡oh locos!
Ella planchaba, la radio estaba puesta.
La tierra temblaba bajo nuestros pies.

Uno de vuestros héroes daba un discurso.
"Monstruo", le llamó ella.
Hubo vítores y salvas para el monstruo.
"Podría matarlo con mis propias manos",
me declaró.

No hacía falta. Se irían todos
al diablo en cualquier momento.
"No vayas a nadie con estas habladurías",
me advirtió.
Y me tiró de la oreja para dejar claro que yo la entendía.

*****

LO QUE LOS GITANOS DIJERON A MI ABUELA CUANDO TODAVÍA ERA JOVEN

Guerra, enfermedad y hambruna harán de ti su nieta favorita.
Serás como una persona ciega que mira una película muda.
Picarás cebollas y trozos de tu corazón
           dentro de la misma cacerola caliente.
Tus hijos dormirán en una maleta atada con una cuerda.
Tu marido besará tus pechos cada noche
           como si fueran dos lápidas sepulcrales.

Ya los cuervos se acicalan
           para ti y para tu gente.
El mayor de tus hijos yacerá con moscas en los labios
           sin sonreír ni levantar la mano.
Envidiarás a cada hormiga que encuentres en tu vida
           y a cada yerba al borde el camino.
Tu cuerpo y tu alma se sentarán en escalones distintos
           mascando el mismo trozo de chicle.

¿Guapita, estás en venta?, te dirá el demonio.
El dueño de la funeraria comprará un juguete a tu nieto.
Tu mente será un avispero incluso en tu lecho de muerte.
Rezarás a Dios pero Dios pondrá un letrero
            de que no se le moleste.
No preguntes más, esto es todo lo que sé.

*****


Éramos tan pobres que en la ratonera yo tenía que ocupar el lugar del cebo. Totalmente solo en la bodega, podía oírles arriba ir de aquí para allá, agitándose y dando vueltas en la cama. "Estos son días sombríos y endemoniados", me decía el ratón mordisqueándome la oreja. Pasaron los años. Mi madre llevaba  una estola de piel de gato que sacudía hasta que las chispas iluminaban la bodega.

*****

Soy el último soldado de Napoleón. Han pasado casi doscientos años, y estoy todavía en la retirada de Moscú. La carretera está bordeada de álamos blancos y el barro me llega hasta la rodilla. La mujer tuerta quiere venderme un pollo, y ni siquiera llevo ropas.
Los alemanes van por un camino; yo voy por el otro. Los rusos van todavía por otro camino y dicen adiós con la mano. Tengo un sable de ceremonia. Lo utilizo para cortarme el cabello de metro y medio de largo.

*****

Era la epoca de los maestros de la levitación. Algunas tardes veíamos a hombres  y mujeres solitarios flotando sobre las copas oscuras de los árboles. ¿Estarían durmiendo o pensando? No hicieron ningún intento por navegar. El viento los empujaba muy ligeramente. Teníamos miedo de hablar, de respirar. Incluso los pájaros nocturnos se quedaban callados. Más tarde, mencionaríamos el pequeño libro que la mujer joven apretaba entre las manos, y el modo en que aquel viejo perdió el sombrero a causa de los cipreses.
Por la mañana ni siquiera había nubes en el cielo. Vimos algunos cuervos que se acicalaban al borde de la carretera; en el tendedero de la ciega las camisas levantaban las mangas vacías.

*****

El mundo no se acaba
Charles Simic
DVD poesía

martes, 16 de febrero de 2016

CHARLES SIMIC - POEMAS



Se acerca el tiempo de los poetas menores. Adiós Whitman, Dickinson, Frost. Bienvenido tú cuya fama nunca llegará más allá de tu círculo familiar, o quizás a uno o dos buenos amigos reunidos después de cenar alrededor de una jarra de vino tinto... mientras los niños se adormilan y se quejan del ruido que haces al escudriñar por los armarios buscando tus viejos poemas, temeroso de que tu esposa los hubiera tirado en la limpieza de la última primavera.
Está nevando, dice alguien que ha atisbado en la noche oscura, y entonces, él, también, se vuelve hacia ti cuando te dispones a leer, de un modo algo teatral y enrojeciéndote, el largo y divagante poema de amor cuya última estrofa (desconocida para ti) se ha perdido irremediablemente.

*****

SALMO


Te has tomado mucho tiempo para decidirte,
Oh señor, acerca de estos hombres locos
que gobiernan el mundo. Su mano es larga
y sus garras deben de haberte espantado.

Con su sombra uno de ellos me encontró.
El día se hizo glacial. Yo oscilaba
entre el terror y el valor
en el rincón más oscuro del dormitorio de mi hijo.

Te busqué con mis ojos, a Ti en quien no creo.
Has estado ocupado haciendo las flores bonitas,
que los corderos sigan a sus madres,
¿o quizás ni siquiera has hecho eso?

Era primavera. Los asesinos se divertían mucho
y se regocijaban, y tus predicadores
estaban justo a su lado, para asegurarse
de que nuestros últimos adioses fueran dichos adecuadamente.

*****


VIDRIOS MILAGRO CÍA.


Pesado espejo llevado
por la calle, 
me inclino ante ti
y ante todo lo que aparece en ti,
por un momento
y nunca otra vez del mismo modo:

Esta calle con su cielo rosado,
hileras de pisos grises,
un perro solitario
niños sobre patines de ruedas,
mujeres que compran flores,
alguien que parece perdido.

En ti, espejo enmarcado en oro
y llevado por la calle
por alguien a quien ni siquiera puedo ver,
ante quien, también, me inclino.

*****


HOJAS


amantes que se complacen
en la compañía de los árboles,
que buscan entretenimiento después de muchos besos
uno en brazos del otro,
observando las hojas,

el modo como ellas se estremecen
a la más ligera brisa del aire,
el modo como ellas se conmueven,
y tiemblan casi individualmente,
una de ellas empieza a sacudirse
en tanto las otras no obstante están quietas,
inexplicablemente, irracionalmente–

¿Qué estoy diciendo?
¿Una hoja entre un millón más temerosa,
más feliz,
que todas las otras?
En este roble que proyecta
tan intensa sombra,
y mis párpados cerrándose somnolientos
con aquella única hoja que se agita
ahora oscura, ahora luminosa.

*****


El mundo no se acaba

Charles Simic
DVD poesía



lunes, 11 de enero de 2016

CHARLES SIMIC - NO DESPIERTES A LAS CARTAS



NO DESPIERTES A LAS CARTAS

Desde que mi crónica mala suerte
se desvaneció en mi baraja de cartas de amor,
ando alrededor de ellas con cuidado,
y no abriré la ventana los días de viento.

Le quito las horquillas de su largo cabello negro
y le bajo el vestido yo mismo,
no sea que su roce mueva el aire muerto 
y haga que las cartas vuelen.

A ella le digo: No pienses siquiera
en coger una escoba
o bailar meneando las tetas.
Échate en mis brazos
y contempla la caída de la luz
dorada sobre nosotros
en un silencio sin palabras.
No despiertes a las malditas cartas.

***

El mundo no se acaba
Charles Simic
DVD poesía