LA SANGRE
Los médicos escuchan con el estetoscopio
el paso rumoroso de nuestra sangre, lo escuchan
como una revelación que nunca comparten, no dicen
con alegría: tu sangre no ha huido.
La sangre puede huir. Los órganos están fijos,
palpitando en su profunda oquedad, pero la sangre
puede salir de su límite, franquear la piel y saltar al mundo.
Si la sangre huye sabrá remontar colinas
así como se extiende abundante y silenciosa
por el hígado, sabrá fluir por los arcos de los puentes
así como avanza por las esclusas del corazón,
sabrá pasar bajo las raíces enmarañadas de los sauces
así como pasa entre la arboladura de los pulmones.
La sangre puede inundar todos los paisajes.
La sangre de los asesinados va delante de nosotros
y vibra
como un horizonte infame.
*****
EL ALGARROBO
El sol ha regresado esta tarde al desierto
como una fiera radiante. Viéndolo así,
tan furioso, se diría que viene de calcinar toda la tierra.
Ha venido a ensañarse
donde todo ya parece agonizar. Huyeron
del repaso de los muertos el zorro gris, los alacranes
y la invisible serpiente de arena.
Sólo el algarrobo, acostumbrado como está
a su vida intensa pero precaria, ha permanecido quieto,
solitario entre las dunas innumerables.
Este árbol nudoso, en su crecimiento
ha fijado posturas inconcebibles: alguna vez
cimbró la cintura como un danzante joven y desmañado,
alguna vez, aturdido,
estiró erráticamente los brazos retorcidos,
alguna vez dejó caer una rama en tierra como una rendición.
No hay cuerpo más torturado.
Lo único feliz en él es su altísima cabellera verde que va
donde el viento quiere que vaya.
*****
BASHO
El estanque antiguo,
ninguna rana.
El poeta escribe con su bastón en la superficie.
Hace cuatro siglos que tiembla el agua.
*****
EL MARATONISTA
Te has metido solo en esto, muchacho,
pero tu lentitud nos angustia a todos.
Después de tantos kilómetros, se acabaron tus fuerzas,
pero todavía insistes en llegar a donde ya no importa.
Esto ya no tiene sentido, no abuses
de nuestra piedad: anda a tu casa
y comprende que alcanzarte una esponja con agua
fue lo único que pudimos hacer por ti.
(Pero ama al niño que cree que puede
lanzar su energía como un rayo al centro de tu cuerpo
y a la vieja
que se santigua como si viera pasar un santo lastimado)
Tus piernas son cada vez más pesadas.
Conozco cómo es eso: también sé
lo que es ansiar desesperadamente aire
para durar un poco más.
Al dar la curva encontrarás una calle solitaria.
Cambia el paso allí, disimula tu fracaso y camina
lentamente
pisando las hojas amarillas de la morera
como hago yo cada día, ya libre de toda competencia.
José Watanabe
Banderas detrás de la niebla
Editorial Pre-textos
Nos gustaron, en especial el último, el del marathon-man. (Saludos desde la ciudad de los cármenes.)
ResponderEliminar