EL VIAJE
Saber que estás ahí, mientras trabajo
en el cuarto de al lado, mientras busco
a solas el poema, me estimula,
me da ilusión y fuerza y esperanza.
Yo me voy a mis sueños y me adentro
por inciertas regiones en las que nunca estuve.
No admite compañía esta aventura:
es preciso estar solo para hallar lo que importa.
Me pierdo en ocasiones, pero a veces encuentro
extrañas maravillas que nadie ha visto antes.
Por favor, no te vayas y espera mi regreso;
tú serás, cuando vuelva, la primera en mirarlas.
*****
LA CAÍDA
No sé bien qué ha pasado,
ni cómo ha sucedido.
Hay hechos que acontecen
sin porqué, o por motivos
que no son descifrables.
Caminaba tranquilo
bajo el sol de la tarde
y de repente he oído,
dentro de mí, como unos
golpes sordos, el ruido
de algo que se caía
y rodaba a un abismo.
Perplejo, me he asomado
a mi interior. Y he visto
un inquietante hueco
muy hondo, y he podido
atisbar con esfuerzo
–cuando al cabo se hizo
penetrable a mis ojos
lo oscuro– un impreciso
bulto desvencijado
en el fondo tristísimo
de ese pozo. ¿Qué era?
No sabría decirlo.
¿Era un ave, era el alma?
Un confuso amasijo
de sangre y alas rotas.
Asustado, he salido
de mí mismo al instante
y he vuelto a mi camino
en esta tarde rara
del mundo. Me dirijo
despacio no sé adónde.
Anochece. Hace frío.
*****
EN LA MAÑANA
Despertarse un buen día y descubrir
que la turbia amenaza que tanta muerte puso
durante tanto tiempo en nuestra vida
ya no nos mira con sus ojos fijos,
con sus ojos terribles.
¿Qué sucede?
¿Cómo se hizo en mi casa este silencio puro,
este sosiego que tenía olvidado?
¿Quién ha abierto el balcón y allí a dispuesto
esa maceta con geranios rojos?
¿Es cierto que se adentra por la estancia,
despacio, un sol muy dulce y acaricia
el suelo, este sillón, mis manos, mi cabeza,
mi pecho que agradece, mi corazón que canta?
*****
EL MANANTIAL
Este deseo, esta necesidad
de retornar mil veces
a donde está la luz.
No a donde estuvo y se apagó muy pronto,
sino al lugar radiante del que siempre
sigue y sigue manando.
Respirarla, beberla
cuando a ese sitio nuestros pasos vuelven,
es completar la vida, lo que entonces
apenas fue o no vimos
que en nuestro transcurrir se demora.
Regresar a ese limpio manantial:
cuánta misericordia inagotable.
Ningún daño se encuentra allí al acecho;
allí el amor no se termina nunca.
*****
LA CEGUERA
Mirar no es sólo asunto de los ojos.
Primero, ciérralos unos instantes
y dentro de ti busca –en tu sosiego–
la facultad de ver.
Y ahora ábrelos, y mira.
Es enero ahí afuera, pero está
muy hermosa la vida esta mañana.
Cuánto sol en los álamos
que en trémulas hileras van creciendo
en esta vieja plaza
de tu ciudad. Un día y otro día,
durante muchos años,
a su lado pasaste y no los viste,
ciego que dabas pena y que hoy, por fin,
de milagro has sanado y puedes ver
y en tu mirar te salvas.
Eloy Sánchez Rosillo
Oír la luz
Tusquets Editores
Nosotros, como siempre, vampireando cientos de páginas en busca de poemas maravillosos para insertarlos (a razón de uno al día) en ZdeP. Nos llevamos material (pero sin llevárnoslo) de aquí y te lo agradecemos. "Ad maiorem poesiae gloriam". Saludos cordiales.
ResponderEliminarUnos poemas estupendos. Rosillo tiene la facultad de escribir con extrema claridad y llegar muy profundo. Su libro "La certeza" es una joya.
ResponderEliminarUn abrazo.