LA HABITACIÓN DE LA QUE NO SE HABLA
El hombre sin número y sin taza
no se quedará al desayuno.
El hombre quisiera ser niño y llegar
de la mano de la niña como se llega
invitado a una casa para un juego.
Pasar la noche entre pinturas de manos,
manchar la madera de ahí, y manchar
la chaqueta negra y manchar el cuerpo
de todo aquello que aún respira.
El hombre sin número es un niño.
Cuero, ideas, arrugas.
La niña es trampa.
En la cadera le pinta
una filacteria de prosa.
De lejos, sólo dos niños
dejando que todo suceda.
Como ríen nadie ve
la grieta que al fondo
se expande.
***
HABITACIÓN FÉRTIL
Echó raíces un cerezo
justo en el regazo de la madera.
En el suelo del cuarto de la niña
se retuercen destinos hacia abajo.
El árbol es un árbol nocturno.
Lo invoca la mujer de las lágrimas
del quinto. Sólo necesita
del silencio adecuado y crece
casi todas las noches en medio
del cuarto un tronco sin hijos.
La niña conoce de la ciudad
oscura la respiración de un cerezo.
Que sólo esté de noche o que aparezca
como reaparecen las dudas
deja entre su pelo
cápsulas de pánico.
En el interior, el árbol.
La misma postura que un muerto
a la puerta de la casa donde vivió. ***
La niña y el hombre dos y el hombre uno y sus fotos y el hombre cuatro y
el hombre sin nombre y la voz del pasillo se quedan un poco más despiertos.
El cerezo respira todo el aire del cuarto.
Y entonces,
desmayo. Multitud.
SOFÍA CASTAÑÓN. LA NOCHE ASÍ
Ed: Ya lo dijo Casimiro Parker.
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