IMAN DEL CONTEMPLADO
Cuando me miro en mis ojos veo objetos tristes que aún no tienen palabra, la ocarina rota de la novia y el arco iris de las funerarias.
Cuando contemplo mis ojos veo otros ojos que ya no son los míos, el anzuelo de plata que está hundido en el río y el anillo de la juventud en los pozos sin agua.
Edad que me abandonar, edad como los faros que brillan en la noche y gritan y girando dócilmente derraman su tinaja de azogue sobre los acantilados del mundo.
Yo sueño lo que llora mi madre ante un reloj de arena, lo que palidece de armiño el que se desangra en la nieve, mis ojos por un túnel de yodo y azucenas y cuchillos enfermos y tijeras abiertas.
*****
LA MUJER DEL ESTUARIO
Sólo el deseo, y escucharse vivir muy dulcemente con la serpiente amarga de la melancolía en la boca. Despertar por la tarde cuando la ciudad oscurece y descorrer los visillos para que entre la noche. Acudir al espejo, empolvar la tristeza con Maderas de Oriente. Dudar entre el rojo corpiño de ormesí veteado, o el casaquín de nansú con mostacillas celestes. Ver brillar las estrellas a través del cristal empañado, suspirar con alivio mientras pasa la vida sin llamar a su puerta. Elegir un perfume fragante de ambarina o violeta e imaginarse en un barco, solitaria en cubierta, atravesando el Atlántico.
Juan Carlos Mestre
La Poesía ha caído en desgracia
Visor de Poesía
No hay comentarios:
Publicar un comentario