Perderse
Perderse allí,
entre los puestos del pescado,
las cajas de frutas y verduras,
las encimeras de mármol de las carnicerías,
los sacos de especias y legumbres,
los pasillos atestados por la multitud.
entre los puestos del pescado,
las cajas de frutas y verduras,
las encimeras de mármol de las carnicerías,
los sacos de especias y legumbres,
los pasillos atestados por la multitud.
Perderse allí,
sin remedio,
como perderse en uno mismo,
incapaz de encontrar la salida
y sin fuerzas para intentarlo.
sin remedio,
como perderse en uno mismo,
incapaz de encontrar la salida
y sin fuerzas para intentarlo.
Algo así como el amor
También
es posible adquirir
las frutas y su vario sabor difuso.
Andar por los mostradores
midiendo el peso de nuestro apetito,
degustar, con tenue lujuria,
las dulces muestras que palpitan
en las bandejas de plástico del deseo.
las frutas y su vario sabor difuso.
Andar por los mostradores
midiendo el peso de nuestro apetito,
degustar, con tenue lujuria,
las dulces muestras que palpitan
en las bandejas de plástico del deseo.
Y
buscaremos ese rincón sin luz del mercado
donde ocultarnos y mendigar
las incontrolables ascuas de la vida,
los sudores ebrios de la fiebre.
donde ocultarnos y mendigar
las incontrolables ascuas de la vida,
los sudores ebrios de la fiebre.
Algo
así como el amor
oculto de las tardes,
como el sabor de un beso
en los estados de la fruta
-verde o madura-
oculto de las tardes,
como el sabor de un beso
en los estados de la fruta
-verde o madura-
Naranjas
Regresamos del mercado
con la compra diaria,
con el cansancio habitual
de ese desalojo que provocan
los tumultuosos espacios cerrados,
el precio de vivir
en el apremio de las multitudes.
con la compra diaria,
con el cansancio habitual
de ese desalojo que provocan
los tumultuosos espacios cerrados,
el precio de vivir
en el apremio de las multitudes.
Dejamos la compra en la cocina
y me invitas a degustar
un manjar de fruta exprimida,
jugoso zumo entre tus labios.
y me invitas a degustar
un manjar de fruta exprimida,
jugoso zumo entre tus labios.
Desnudas tu cuerpo
como pelas naranjas;
hieres su cítrica carne
y me salpicas.
como pelas naranjas;
hieres su cítrica carne
y me salpicas.
Desprestigio
de la incertidumbre
Allí
habita la duda.
Allí
venden su inmoral recogimiento,
el dolor alquilado de los mostradores,
el frío salino de los mármoles y los cuchillos.
el dolor alquilado de los mostradores,
el frío salino de los mármoles y los cuchillos.
Allí
es el lugar que nos proponen,
los pasillos con sombras cruzadas,
el epicentro del miedo que devora,
sigilosamente y sin contemplaciones,
los sueños del niño que fuimos.
los pasillos con sombras cruzadas,
el epicentro del miedo que devora,
sigilosamente y sin contemplaciones,
los sueños del niño que fuimos.
Allí
está la incertidumbre,
observa cómo crecen sus ramas de hierro,
cómo deshuesan sus hojas afiladas
los silentes cuerpos de la inocencia.
observa cómo crecen sus ramas de hierro,
cómo deshuesan sus hojas afiladas
los silentes cuerpos de la inocencia.
Se acerca el invierno
y aún
nos tiembla en las manos
el temor de lo que no existe.
nos tiembla en las manos
el temor de lo que no existe.
Hilo de pescar
Debería ser tan sencillo
calmar el hambre de estar aquí,
disimulando la vida,
desobedeciendo a la muerte…
calmar el hambre de estar aquí,
disimulando la vida,
desobedeciendo a la muerte…
Ser como el hilo de pescar,
invisible pero dúctil;
un pétalo que soporta en su fragilidad
el peso impreciso de un pájaro.
La exigua semilla del anís
perfumando los amplios pasillos
del mercado.
Ser agua en el deshielo de los glaciares
que se agotan en el mar.
Poca cosa, apenas,
la llama azul de una cerilla,
su breve luminosidad.
la llama azul de una cerilla,
su breve luminosidad.
Ser inapreciable;
como en las selvas existe
el aullido precoz de la vida,
la honda senectud de la muerte.
como en las selvas existe
el aullido precoz de la vida,
la honda senectud de la muerte.
Hombre
Llega,
mira,
pregunta,
prueba,
huele,
se diluye
en su sonido de agua.
mira,
pregunta,
prueba,
huele,
se diluye
en su sonido de agua.
Mide sus pasos de temor oxidado,
afrenta la certidumbre
de ser sólo un hombre sin etiqueta,
una sombra similar a tantas otras,
como esa mercancía sobrante
que se descompone y se pudre,
todos los días,
en todos los contenedores.
afrenta la certidumbre
de ser sólo un hombre sin etiqueta,
una sombra similar a tantas otras,
como esa mercancía sobrante
que se descompone y se pudre,
todos los días,
en todos los contenedores.
Mercado de abastos
José Manuel Vives
Ruleta Rusa Ediciones
Muchas gracias querido amigo Jorge... por esto y por confiar en mí para la publicación de ese Mercado de abastos... fue y será siempre un placer formar parte de vuestra colección en Ruleta Rusa, me siento orgulloso de ese libro y del cariño que vertisteis en que su compostura fuera una realidad... Nunca serán suficiente las gracias, pero siempre os estaré agradecido... y espero que algún día volvamos a compartir otra aventura editorial... un abrazo grande y a cuidarse...
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