DINERO
Cada tres meses el dinero me reprocha:
¿Por qué me dejas aquí donde no sirvo?
Yo soy el sexo y las cosas que no tuviste nunca.
Aún puedes conseguirlos firmando algunos cheques.
Entonces miro qué hacen los otros con el suyo.
No lo guardan en la almohada, desde luego.
Ya tienen esposa, coche y casa de verano:
alguna relación guarda el dinero con la vida
la verdad, tienen mucho en común,
no puedes postergar la juventud hasta que te jubiles,
y por mucho que parte del salario vaya al banco
al cabo no podrás pagarte mucho más que una afeitada.
Escucho el canto del dinero. Es como si mirase
una ciudad de provincias desde largos ventanales:
barriadas, canal, iglesias adornadas y locas
bajo el sol de la tarde. Intensamente triste.
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