NO sabe el gorrión
que es gorrión,
aunque advierte que él
no es una alondra
ni un águila real.
Del aire sólo sabe
cuando impulsa su vuelo
o lo derriba
como de un manotazo.
Siente suyo el espacio,
pero nunca pregunta
dónde empieza,
ni dónde está su fin.
Yo sé lo que es el aire
cuando llena de gozo
mis pulmones,
y lo sabré mejor
cuando un día me falte
y no sepa encontrarlo.
Saber de mí algo más,
o abandonarme al aire
y que el viento me empuje
o me derribe,
y volar
por espacios sin límites,
gozando la ignorancia
como un don.
***
POCAS cosas despiertan
mi alegría
como el brincar gozoso
de algún perro
que me ha salido al paso.
Pocas cosas remueven
algo profundo en mí
como el mirar de un perro
fatigado
de haber vivido tanto.
Todo el amor del mundo
que tú ansías
y la desolación que sientes
asoman a los ojos
de un perro que te mira,
interrogándote.
Preciosos. Gracias, Jorge.
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