Han anunciado tormenta
Desde el rincón donde está
tumbada, el voladizo del porche no le permite ver la copa de los árboles. Pero
si hace un esfuerzo; si se incorpora un poco y pega la cara al cristal de la
ventana, puede ver las ramas reflejadas sobre los coches aparcados. Tampoco
alcanza a ver a los niños que caminan por la calle peatonal, pero oye el roce
de las ruedas de sus mochilas. Ese tra-ca-tra que machaca las aceras, y que se
mezcla con el zumbido del aspirador que maneja un hombre vestido de uniforme. A
pocos metros le sigue otro, subido a una extraña máquina. Va engullendo los
montones de hojas caídas, sin que a nadie le importe el destino que les espera.
El único sonido que se oye
en la casa es el ruido del motor del frigorífico. De vez en cuando, suelta un
gemido ronco, esperando alguna respuesta. Pero hoy, incluso el grifo que
siempre gotea, permanece callado. En el piso de arriba, alguien tiende la ropa.
La esquina de un vestido asoma tras los cristales; se balancea de un lado a
otro, rozando las bisagras de la persiana, tiñendo de negro el único paisaje
que le pertenece.
Cuando sale de la habitación,
su figura recorta la escasa claridad que entra por el marco de la puerta. Han
anunciado tormenta. Pero allí dentro, todo es silencio; grifos que no gotean;
viento que entra por una ventana que alguien olvidó cerrar, y que mueve las
hojas de un álbum de fotos. Todos esos ¨te querré para siempre¨, van cayendo
lentamente al suelo. Y en el aire, esa sensación que se adueña de todo; que la
zarandea…y la estampa contra las paredes.
Me encantó el relato, sobre todo porque insinúa más de lo que dice: una soledad insoportable.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, sobre todo porque insinúa más de lo que dice: una soledad insoportable.
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