...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

viernes, 18 de febrero de 2011

SHARON OLDS - LOS MUERTOS Y LOS VIVOS



LA MUERTE DE MAILYN MONROE


Palparon los de la ambulancia el cuerpo,
frío, lo subieron, pesado como el hierro,
a la camilla, le intentaron cerrar 
la boca, le cerraron los ojos, ataron 
los brazos a los lados, apartaron un mechón
de pelo enredado, como si importara,
vieron la forma de sus pechos, aplastados por
la gravedad, bajo la sábana,
se la llevaron, como si se tratara de ella,
escaleras abajo.


Esos hombres nunca fueron los mismos. Salieron
después, igual que hacían siempre,
a tomar una copa o dos, pero no podían
mirarse a los ojos.
                           Dieron sus vidas 
un vuelco - uno sufría pesadillas, dolores
extraños, impotencia, depresión. A otro 
no le gustaba su trabajo, su mujer le parecía
diferente, sus hijos. Incluso la muerte
se le antojaba distinta -un lugar donde ella
le estaría esperando,


y el otro se encontró a sí mismo por la noche
en el umbral de la habitación del sueño, escuchando
a una mujer respirar, tan sólo una mujer 
normal
respirando.


                      ***


LAS VICTIMAS


Cuando mi madre se divorció de ti nos alegramos. Aguantó y 
aguantó, en silencio, todos esos años y entonces
te echó, de repente, y sus 
hijos lo aplaudieron. Luego te despidieron, y
nos reímos pícaramente, igual que la gente se sonreía cuando
el helicóptero de Nixon despegó de la Pradera
Sur por última vez. Sentimos un cosquilleo 
al pensar cómo te quitarían la oficina,
también a tus secretarias,
tus almuerzos con tres whiskys dobles,
los lápices, tus resmas de papel. ¿Recobrarían
también los trajes, aquellos esqueletos 
oscuros colgados en tu armario, y las puntas
negras de los zapatos con sus anchos poros?
Ella nos había enseñado a aceptarlo, a odiarte y aceptarlo
hasta que removimos su conciencia para 
aniquilarte, padre. Ahora me
cruzo con vagabundos en las puertas, cuerpos
como babosas blancas que resplandecen a través de los jirones de
sus trajes de légamo compacto, las aletas
inmundas de sus manos, el fuego sumergido
de sus ojos, barcos hundidos con sus
faroles encendidos, y me pregunto quién les aguantó y
aguantó en silencio hasta que lo habían 
cedido todo y nada les 
quedó ya sino esto.


                      ***


LAS FORMAS

Siempre tuve la sensación de que mi madre
moriría por nosotros, se lanzaría a un fuego
para sacarnos, el pelo incandescente como
un halo, se zambulliría en el agua, su cuerpo
blanco sucumbiendo y girando lentamente,
ese astronauta cuyo cable se corta
para
perderse
en la nada. Nos habría
protegido con su cuerpo, habría interpuesto
sus senos entre nuestro cuerpo y el cuchillo,
nos habría metido en el bolsillo del abrigo
lejos de las tormentas. En la tragedia, el animal
hembra habría muerto por nosotros,
pero en la vida tal y como era
tuvo que mirar
por ella.
Tuvo que hacer a los niños
lo que él dijera, tenía que
protegerse. En la guerra, habría
dado la vida por nosotros, te aseguro que sí,
y lo sé: soy una estudiosa de la guerra,
de hornos de gas, de asfixia, cuchillos,
de ahogamientos, quemaduras, todas las formas
en las que sufrí su amor.


Sharon Olds. Los muertos y los vivos. Bartleby EditoresTraducción de Juan José Almagro Iglesias y Carlos Jiménez Arribas



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