Hace falta valor
para volver después de tantos años.
Y reconocer que las ciruelas claudias que
cogimos aquella madrugada de agosto
mientras los demás dormían
y que guardamos en la nevera,
después de tantos años
ya no tienen la piel brillante
verde y amarilla de entonces,
ni son firmes al tacto
ni dulces al paladar.
Hace falta mucho valor
para regresar y abrir la nevera,
verla invadida por el moho y la podredumbre,
soportar el olor a vinagre y humedad,
tirar a la basura
esas pieles arrugadas, esa carne ya seca,
esos huesos mondos,
y limpiar los cuajarones
después de tantos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario