La mano pequeña se alza sin lápiz,
en el arroyo
nadie encuentra su huella
¡es tan pequeña!,
o acaso cruza con pasos de viento.
No sabe de la leche,
ni en el polvo de las sobras pudo soñar.
De los cinco dedos de sus pies,
ninguno nos podrá hablar de rozaduras,
¡viven cautivos!,
en el vientre del frío.
***
Sentí, en los caminos del retorno,
las palabras perdidas
de otros amaneceres.
Los colores, parientes del recuerdo,
se vestían de todas las emociones.
En el dintel de las puertas
esperaban todas las manos amigas.
Puertas,
puertas tras todas las puertas;
manos,
manos sobre todas las manos.
Antonio Martínez i Ferrer. El rumor del patio. Germania 03
Ostras Jorge esa foto...uff que impotencia y tristeza
ResponderEliminarGracias Jorge por dejar mi voz impresa en tu estupendo blog.
ResponderEliminarUn abrazo solidario, Antonio
Gracias Jorge por añadir mi poema a tu blog.
ResponderEliminarUn abrazo solidario, Antonio.