En 1936, a Antonio Orihuela lo vinieron a buscar
en un camión.
Delito:
-Ser amigo del alcalde socialista.
-Haber abierto un Casino Popular.
Le pegaron dos tiros
y en paz.
Como Ángela Benabat
no dejaba de gritar,
un muchacho le estuvo dando culatazos,
con su máuser,
en la cabeza,
hasta mancharse su bonita camisa azul.
Por los mismos conceptos
su nieto tendría ahora un trabajo fijo en el Ayuntamiento,
y estaría forrado
a base de estrujarles el alma
a cinco trabajadores,
-siempre menores de veinticinco años-
A su mujer
le dirían: Señora.
Este poema se llama
Historia de España.
***
Tanta gente saltando hacia ninguna parte,
sin objeto,
sólo porque el vecino salta.
Tanto cordero llevado al matadero
y tanto domingo de resurrección.
***
Hoy he visto
el coche del Servicio Provincial
de Recogida de Perros Vagabundos.
Pero ellos no me han visto a mí
- por suerte -
***
Le enseño mi último poema.
Me dice que me espere,
que se le va el fuego.
Le espeto su falta de delicadeza,
su sospechoso amor a la literatura.
Me dice que no lo volverá a hacer.
Pasan los días
harto de comer comidas quemadas.
***
EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR
Tengo 31 años y estoy cansado.
Todos los sitios me van pareciendo, finalmente,
igual de malos.
Todas las personas, incluso las que me quieren,
insoportables.
No encuentro sentido ni a lo que hago
ni a las cosas que dejo por hacer.
Miro a los demás
con la absoluta certeza de quien ve
no semejantes,
serenos, resignados, envilecidos extraterrestres.
Vuelvo sobre mí
y me siento como si no hubiera otros con los que compartir.
A donde quiera que miro,
la insoportable mentira que anida, germina, rezuma
este tiempo, este país, este modo de vivir
al que llaman
progresista, tolerante, solidario, democrático,
avanzado, europeo, y mejor y mejor
que todos los habidos,
que todos los posibles.
Este modo de vivir
donde falta todo lo nombrado.
Que ha deshecho la clase trabajadora sin una sola bala,
que ha encarcelado las conciencias sin una sola reja,
que me aparta sin una sola porra,
que me excluye sin un hierro candente,
sin siquiera una estrella amarilla en la solapa.
Este tiempo
de trajes nuevos,
de Emperadores. ANTONIO ORIHUELA. EDAD DE HIERRO. ZIGURAT 1997
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