El retorno del rey
Nada auguraba el regreso inminente del rey a palacio
las piernas cruzadas de los súbditos
las manos en las bocas, el infierno, las epidemias,
el miedo a no volver a escuchar el galopar de los caballos.
Temporada otoño-invierno en los bosques del reino
los ciervos vagaban tristes por los claros desolados,
tan sólo quedaba el frufrú de las hojas besando la hierba
y un pueblo entero sin brillo en los ojos.
Hasta que un día, de repente,
apareció la figura del monarca en lo alto de una loma,
montado en su burro blanco, resplandeciente de heridas.
– Todo vuelve – dijo, con su boca de arce y su voz complicada.
–Todo vuelve.
Y cayó el primer copo de nieve del milenio.
***
las piernas cruzadas de los súbditos
las manos en las bocas, el infierno, las epidemias,
el miedo a no volver a escuchar el galopar de los caballos.
Temporada otoño-invierno en los bosques del reino
los ciervos vagaban tristes por los claros desolados,
tan sólo quedaba el frufrú de las hojas besando la hierba
y un pueblo entero sin brillo en los ojos.
Hasta que un día, de repente,
apareció la figura del monarca en lo alto de una loma,
montado en su burro blanco, resplandeciente de heridas.
– Todo vuelve – dijo, con su boca de arce y su voz complicada.
–Todo vuelve.
Y cayó el primer copo de nieve del milenio.
***
Veinticuatro costillas
Hoy tengo una vida atada a los cordones
mañana dos docenas de pecados capitales
del mundo en mapas mudos.
Siempre
ha consistido en eso,
en conquistarme los sueños a puñados
y los puños enzarzados en un beso bipolar;
la inconstancia tiene que ser un problema de páncreas
o un daño colateral de aquella insuficiencia hepática
que apenas recuerdo.
No tengo más que mis cinco lenguas favoritas
y veinticuatro horas como veinticuatro costillas,
un día entero con su noche rimando en mi caja torácica.
Qué bonita es la palabra “disyuntiva”,
me encantaría saber bailar.
Llevo más tiempo del que creía recorriendo
esta eternidad de carreteras secundarias del viejo continente
y se me atasca esta impresión de tener siempre
un par de cosas a medias,
y la vida en la guantera de un coche
que no es ni muchos menos mío
que el moreno de estos párpados.
Hoy tengo mis terrores agrupados,
los encantos afilados, y mañana
mañana no me duelen los ayeres.
Simplemente uñas y cabello diferentes
cada año, y sin embargo
este pecho, cavidad y corazón,
piel y alfombra de palabras,
este pecho es el único que va conmigo
hasta la última puesta
de todos los soles.
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