...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

jueves, 22 de julio de 2010

BIEL VILA. POESÍA SOBRE RUEDAS.










Hadas
Nunca llegan tarde las hadas
y si sucede, es insignificante:
 llegan siempre a su hora.


***


De noche las horas se cuentan
con los círculos que el vaso
deja sobre la mesa.


 ***


Luna en todo su esplendor.
Quién sabe si suerte
del que lanza la moneda.


***


La rotundidad de decir: ¡Otoño!
Hace temblar las hojas
antes de que caigan del árbol.


***


Suerte de tener esa modesta casa
con vistas a la luna,
dormirse en la humildad de un banco,
de almohada, un cartón de vino.


***


De algunas mujeres me gusta
 lo que se ve con la luz apagada y
los ojos cerrados. Aquel brillo. Esa luz.



***


Con la misma velocidad
que se derrumba
un castillo de naipes,
baja el gato de un árbol.



   ***


   Cadáver de bicicleta atado en la fosa común
   de una farola oxidada. Alguien exclama ¡oh pobre!
   Otra voz replica, ayer pasé y había dos:
Descanse en paz.


    ***


    Polvo, polvo y polvo, tose enferma la  ciudad.


    ***


Una barriga embarazada está llena de juguetes. Palabras en boca de un niño.


    ***


He contado las horas azules de esta tarde y su eternidad ondula la histeria.


***


Contar olas como ovejas, jornada casi en blanco.


    ***

A veces la lentitud de una higuera, reloj de una isla inexplicable.


   *** 


Nunca es muchísimo tiempo y da miedo.


   ***


Estaré hasta que me echen y epitafio.



  Tengo la inmensa suerte de contar entre mis amigos con uno de los poetas españoles más orientales, Biel Vila. Siempre sentado sobre su humilde silla, como un monje en actitud zen. Siempre atento para hacerla rodar hacia  cualquier lugar donde haya una celebración poética.
Uno de mis principios fundamentales es, sin duda, sentarme ante cualquier obra que decida leer con una actitud crítica que parte del respeto. Ningún libro leído con prejuicios creados a priori, nos parecerá un gran libro. Así mismo estoy cansado de ver a personajes que tras oír grandes alabanzas de escritores como Raymond Carver y Flannery  O'Connor, (dos de mis escritores favoritos) leen sus relatos y terminan pensando: pero de qué cojones me están hablando y seguidamente los alaban ante sus amistades para no parecer unos ignorantes. Alguien se podría preguntar cómo reconozco esta actitud. Es muy sencillo, basta con ver su reacción hacia estupendas obras que mantienen suficientes puntos en común, aún siendo originales, con las de autores alabados por estos grandes y valerosos eruditos. 
Pues bien, últimamente estoy leyendo obras inéditas de autores desconocidos que nada deben envidiar de nadie. Este es uno de esos casos, estos poemas de Vila nada tienen (para mí) que envidiar a los de sus admirados poetas japoneses: Matsuo Basho, Buson, Issa Kobayashi, Shiki, etc.  Y me atrevo a afirmar que cualquier amante de la poesía oriental, debería disfrutar de sus versos tanto o más que de muchos de los haikus que escribieron los autores anteriormente citados. 
Jorge Espina

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