ARBEIT MACHT FREI
¿Dónde estabas cuando gritábamos? Ahora sonríes, despreocupado, con tus suelas de goma sobre nuestro recuerdo, ¿acaso no hacíamos el mismo ruido metálico, no oías el crujir de nuestros huesos, el rechinar de los dientes bajo las fustas despiadadas? No, tú sólo caminabas. Pero no podías ver, porque sólo amabas al cielo. Así, nuestros cuerpos fueron cerrándose (metalizando el olvido) hasta que la sangre fluyó como mercurio. Cenizas. Tú eres la culpa de nuestras cenizas. Miedo. Tú eres el miedo de nuestro grito sordo. IN_DI_FE_RENCIA Pasea, hombre, ahora, tranquilo. (sólo queda el grito que no osamos pronunciar) Sólo queda un leve rumor en tu pecho. ***
Inacabado
Antes de que se queme el café
antes de que su hedor a regaliz fundido me invada el cerebro,
antes
quiero el perfume que se pega a la ropa
antes
quiero el pan duro de ayer
y un poco de chocolate negro,
del americano, el amargo, el veradero.
Antes de quemarte el café
quiero tu cuerpo desnudo
boca abajo y triste
quiero enfudarte en una hogaza de pan,
desayuno de mi vida
antes de que el café saque sus caballos azules galopando,
antes de que le cambie el color al día, antes de ser yo
otra vez.
Antes de olvidar la cafetera,
de olvidar cómo prometías al viento
hacerme café cada mañana.
Tú ya no eres, yo no soy,
pero queda el café.
Café, que sigue impregnando hasta el cielo de mi casa,
porque el café no perdona,
no olvida, no aguanta, sentencia. Sólo escupe vapor, y despierta.
Antes de incendiar el recuerdo,
dame hoy, una taza de café amargo
antes de que su hedor a regaliz fundido me invada el cerebro,
antes
quiero el perfume que se pega a la ropa
antes
quiero el pan duro de ayer
y un poco de chocolate negro,
del americano, el amargo, el veradero.
Antes de quemarte el café
quiero tu cuerpo desnudo
boca abajo y triste
quiero enfudarte en una hogaza de pan,
desayuno de mi vida
antes de que el café saque sus caballos azules galopando,
antes de que le cambie el color al día, antes de ser yo
otra vez.
Antes de olvidar la cafetera,
de olvidar cómo prometías al viento
hacerme café cada mañana.
Tú ya no eres, yo no soy,
pero queda el café.
Café, que sigue impregnando hasta el cielo de mi casa,
porque el café no perdona,
no olvida, no aguanta, sentencia. Sólo escupe vapor, y despierta.
Antes de incendiar el recuerdo,
dame hoy, una taza de café amargo
No hay comentarios:
Publicar un comentario