...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

lunes, 25 de abril de 2011

DEREK WALCOTT



EN OTRA PARTE


... En algún lugar hubo un arresto.
En algún lugar se recogió una pequeña cosecha
de cadáveres en un camión. Los soldados descansan
en algún lugar junto a una carretera, o fuman en un bosque.


En algún lugar ruge la ira en una conferencia
por una atrocidad. En algún lugar se arranca
una página, y de algún modo el follaje
no parece ya hojas, sino camuflaje.


En algún lugar hay un camarada,
un escritor que yace con los ojos muy abiertos
sobre el tictac de un colchón, que no leerá
esto, ni escribirá. ¿Cómo hacer una pluma?


Y henos aquí libres por algún tiempo, pero 
en otro lugar, en una tercera, o una séptima parte
de este planeta, la sumaria culata de un fusil
revienta un cráneo introduciendo en él la idea de un paraíso


donde nada es gratis, donde el aire azul
es frágil como el papel, y todo aquello que escribamos
será sellado dos veces; una carta azul,
su garganta hendida por el abrecartas del estado.


Del otro lado de estos negros barrotes
miran rostros emaciados. Los dedos
se aferran a los travesaños de estas estrofas
y esto ocurre aquí, porque en otro lugar


sus miradas se difuminan en el olvido
tenuemente, como los números en la guía
telefónica. Como las masacres del año pasado.


El mundo está libre de culpa. El crimen más oscuro
es hacer de la conciencia una profesión,
sentir a través de nuestros propios nervios el grito silencioso
de las ramas del invierno, interpretar los prodigios como signos.


                              ***


MAÑANA, MAÑANA


Recuerdo las ciudades que nunca he visto
exactamente. Venecia con sus venas de plata, Leningrado
con sus minaretes de toffee retorcido. París. Pronto
los impresionistas obtendrán sol de las sombras. 
¡Oh! y las callejas de Hiderabad como una cobra 
     desenroscándose.


Haber amado un horizonte es insularidad;
ciega la visión, limita la experiencia.
El espíritu es voluntarioso, pero la mente es sucia.
La carne se consume a sí misma bajo sábanas espolvoreadas  
     de migas,
ampliando la concepción del mundo con revistas.


Hay un mundo al otro lado de la puerta, pero qué 
     inquietante resulta
encontrarse junto al propio equipaje en un escalón frío 
     cuando el alba
tiñe de rosa los ladrillos, y antes de tener ocasión de 
     lamentarlo,
llega el taxi haciendo sonar una vez la bocina,
deslizándose hasta la acera como un coche fúnebre- y 
     subimos. 


Derek Walcott. El Testamento de Arkansas. Colección Visor

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